viernes, 19 de mayo de 2006
Hoy, TRES POEMAS del chileno JOSÉ IGNACIO SILVA
LOS FUEGOS APAGADOS
III
Tres arpegios para sus tres humores:
Mañana, tarde y noche.
Eso regala la ciudad
que siempre ha estado, estuvo y estará,
cobija a todos los culpables
que corren como linfa por sus venas negras,
pero no habrá de culparla como a la sangre
por la risa o la lágrima:
ya estaba allí cuando pasé
y si estaba allí fue porque precisamente pasé
otros arpegios, ciegos, sordos y mudos
regalo a esta, mi ciudad:
sangre, sudor y lágrimas,
lo demás es cuento, lo demás
es rutina aprendida en la oscuridad.
Paraíso esfumado, distancia total
de la delicia del nublado de las tardes,
de la casa oscura a media tarde,
de la misa única, falsamente salvadora,
que no puede ser más que cuando me tomas
de la mano y bajamos por la calle como linfa
sangre y hacia atrás
sangre y hacia atrás
sangre y hacia atrás
sacadme de la escena, que solamente se vea
mi mano acariciar su rostro pecoso, el marco
de sus lentes de canela, su cara de
fantasías que no existen.
La ciudad me carcome la nuca, mi cuello,
ya no puedo dar al mundo señales positivas,
gestos de grandeza, actitudes humildes,
actos de contrición, exámenes de conciencia
-a lot of soul searching is being made
but not here-.
La ciudad lo ha hecho por ti
la ciudad sin sudor te lo enseña,
la ciudad tiene reservado un lugar para ti,
que no es el que ocupas,
la ciudad prepara el responsorio para tu nuca,
la ciudad se quema y revive para todos,
la ciudad es todos y a la vez aire,
no más que tres arpegios –a no sonreír-
mañana, tarde y noche.
ESTO NO DEFINE NADA
La nada es la nada
un todo negro
en un todo blanco
un avión que vuela
en un cielo de arena
la nada son todos los silbidos
que no alcanzan a nacer
en ninguna biblioteca.
CARLOS DE ROKHA SE ESTÁ QUEMANDO
La zarza sagrada
se ceniza de risas brutales
y ebrias
la zarza sagrada consume
el dorso de su hélice
muerta
entre navegantes
dormidos en canto
en niebla azul y olvido
la zarza sagrada
templa a rebato
el ventisquero tenue
que abraza lo submarino
hacia el final
de la jornada
la zarza sagrada
suda un agua turbia
inclaudicable
¡asciende de esta
miseria propia!
Eres la zarza sagrada
el gallo contento con su incesto
el arlequín que con la llave
abre la puerta y encuentra
un canto de profecías
en orden que llora
en sus herencias
una llama que canoniza el cielo.
José Ignacio Silva nació en Chile en 1980. Es editor de la revista electrónica Plagio. Fue antologado en Voces Germinales (2003). Artículos suyos han sido publicados en los suplementos Artes y Letras y Revista de Libros del diario El Mercurio, y en el portal Crítica.cl.
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