miércoles, 31 de mayo de 2006

Amalia, ese personaje que quiso ser literario, parece muerto

Se quejan porque mi blog carece de mi participación. Es que yo no escribo, estoy entumecida por los años que me aplastaron, o que dejé que me aplastaran. Sólo puedo enviarles fotos, donde una cara solemne oculta un profundo vacío, una cara que nada siente, que me es ajena, y que vive otra vida que no es la mía...




(y, sin embargo, voy a hacer un esfuerzo)

Hitler, un pillo vulgar e ignorante

... fui a una reunión de los «Inklings» el jueves por la noche, y me trasladé con una iluminación casi de tiempos de paz hasta el Magdalen por primera vez en 5 años. Los dos Lewis estaban allí, y también C. Williams; y además de una agradable conversación como no había disfrutado durante meses, escuchamos el último capítulo del libro de Warnie, un artículo de CSL y un largo fragmento de su traducción de Virgilio. No inicié el camino de regreso a casa hasta medianoche, e hice parte del camino con C.W.; la conversación derivó a las dificultades de descubrir qué factores en común existían, si los había, en las ideas asociadas con "libertad", tal como la palabra se emplea en la actualidad. Yo no creo que las haya, pues la propaganda ha abusado tanto de la palabra que ha dejado de tener valor alguno para la razón y se ha convertido en una mera dosis emocional para generar calor. En el mejor de los casos, parecería implicar que los que lo dominan a uno deberían hablar (como lengua nativa) el mismo idioma; que es en última instancia a todo lo que se reducen las oscuras ideas acerca de la raza o la nación; o de clase, en lo que a Inglaterra se refiere ....

Las noticias de guerra occidentales, por supuesto, ocupan gran parte de nuestro pensamiento, pero tú sabes sobre la cuestión tanto como nosotros. Tiempos angustiosos, a pesar de un griterío más bien prematuro. [...]

No puedo advertir mucha diferencia entre nuestro tono popular y los celebrados «idiotas militares». Sabíamos que Hitler era un pillo vulgar e ignorante, además de tener otros defectos (o la fuente de ellos); pero parece haber muchos p. v. e i. que no hablan alemán que, si tuvieran la oportunidad, manifestarían la mayor parte de las otras características hitlerianas. Había un solemne artículo en el periódico local que abogaba seriamente por el sistemático exterminio de la entera nación alemana como única medida adecuada después de la victoria militar: pues ¡No son más que víboras de cascabel y no conocen la diferencia entre el bien y el mal! (¿Y el autor del artículo qué?) Los alemanes tienen igual derecho a declarar a los polacos y a los judíos alimañas exterminables y subhumanas como nosotros a los alemanes; en otras palabras, no tienen ninguno, no importa lo que hayan hecho.

Por supuesto, aún hay aquí una diferencia. El artículo tuvo respuesta, y la respuesta fue publicada. El Pillo Vulgar e Ignorante no es todavía un patrón dotado de poder; pero,en esta isla verde y placentera, está mucho más cerca de convertirse en uno de ellos que lo estuvo antes.

Y todo eso lo sabes. Sin embargo, no eres el único que necesita dejar escapar vapor o reventar a veces; y yo podría dejar escapar un vapor si abriera la válvula, comparada con el cual (como la Reina le dijo a Alicia) esto sería sólo aire perfumado.

No se puede luchar con el Enemigo con su propio Anillo, sin convertirse uno a su vez en Enemigo; pero desdichadamente la sabiduría de Gandalf parece haber desaparecido con él hace mucho en el Verdadero Oeste ....





(Extraído de una carta de J. R. R. Tolkien a su hijo, Christopher Tolkien, quien luchó en la segunda guerra mundial contra la Alemania Nacional-Socialista de Hitler)

Envío de Ramón L.

martes, 30 de mayo de 2006

Diego Viniarsky: Poema ante el silencio después de su muerte



Qué soy sino escrito. Qué soy si no excreto tinta de mis entrañas, extrañas a mí tanto como el mundo, mudo testigo de un crimen que no cometí y por el que estoy pagando con mi propia culpa, pulpa de papel escupida y esculpida a golpes de pluma. Plúmbea liviandad del ser, de no ser más que palabra. Qué más, quién más puedo ser (quién más puede serse) que ese no ser. ¿Ese no ser qué? Ese noséqué que soy sin ser. ¿Sin ser qué? Sin ser sino eso, sino.


Diego Viniarsky
Del poemario "Lo Cierto" (Ediciones Perse, Buenos Aires, 2005)

sábado, 27 de mayo de 2006

Cristian De Nápoli responde a la gente de Haceme Llegar




Cristian De Nápoli, uno de los editores de Eloísa Cartonera responde al artículo "Helder contra Helder" que Damián Selci y Violeta Kesselman publicaron en la revista electrónica Éxito (del grupo Haceme Llegar). En el mismo, Selci y Kesselman acusan a Eloísa Cartonera de "estetizar" al cartonero, practicamente condenándolo de esta manera a seguir en la basura, en el marco de un análisis de las supuestas contradicciones entre el Helder crítico y el Helder poeta. De Nápoli asegura que en la editorial no está trabajada por "cartoneros reales", categorización acuñada por los autores del artículo sino por trabajadores "asalariados". Y, entre tanto, le da con un palo a los blogeros ( "hay una comunidad bloguera formada por 50 o 100 jóvenes que habitan un espacio de veinte manzanas de Palermo: ¿por qué no se encuentran en un bar y hacen una revista?") y a los críticos literarios ("el crítico cultural de hoy borró toda especificación y se permite hablar de cualquier cosa, de cualquier disciplina, con toda seguridad. Y con una seguridad que en muchos casos, sin duda, quita todo matiz de trabajo digno que pudo haber existido en el hombre de letras").
Cabe señalar que los de Eloísa Cartonera planean sacar libros no sólo de cartón, para eso crearon dos sellos: Mansalva (editorial dirigida por Washington Cucurto y publicará narrativa)y "Black & Vermelho" (encarada por De Nápoli para editar poesía, ensayo y rarezas). Con su usual objetivo de hacer leer fragmentos "vanguardistas" ofreciéndolos a precios económicos.

CLICKEA AQUÍ PARA LEER EL ARTÍCULO DE DE NÁPOLI
CLICKEA AQUÍ PARA LEER EL ARTÍCULO DE SELCI-KESSELMAN

jueves, 25 de mayo de 2006

MIENTRAS CALENTAMOS MOTORES PARA EL MUNDIAL, UN CUENTO DE EXALTACIÓN FUTBOLERA RECIÉN SALIDO DEL HORNO DE MARCELO GUERRIERI




Anécdotas de la 9 de Julio: Prólogo

El rumor sobre la transmisión de la final del campeonato del mundo en pantalla gigante, empezó a circular unos pocos días antes del encuentro. Y aunque los historiadores no se ponen de acuerdo acerca del origen del malentendido, la mayoría coincide en que la idea empezó a cobrar fuerza alrededor del lunes. Algunos hablan de envidia, incluso de plagio a la idea de los brasileros. Pero yo me inclino por las palabras de uno de los más serios revisionistas de los acontecimientos de la 9 de Julio: “No hubo premeditación alguna. Durante una conversación entre compañeros de trabajo, en una oficina, en un bar, el rumor se expande como un reguero de pólvora; porque el fallido encarna, sin saberlo, la necesidad de todo un pueblo: urgencia por juntarse frente a tanta desconfianza, pobreza y miseria y sálvese quién pueda.”.

Los andariveles de la Avenida, pintados de celeste y blanco, componían una gigantesca bandera que se alargaba desde Constitución hasta Retiro; alfombra de asfalto albiceleste, de casi treinta cuadras, que contagiaba fanatismo y los más exagerados decían: “Puede verse desde la luna”.
Edificios embanderados, cabelleras teñidas con los colores de la selección, autos pintados como banderas y cintas de papel colgando de los árboles. El detalle que coronaba la apoteosis total era un gigantesco sombrero de arlequín celeste y blanco que adornaba la famosa punta del obelisco, con apliques de tela que se curvaban como hojas de palmera.
En el otro rincón del cuadrilátero, una temperatura más condescendiente con lo acalorado del evento esparcía sus vientos tibios sobre la población brasilera. Desde hacía una semana, en la ciudad de Río de Janeiro, se celebraba “O Carnaval do joga bonito”.
Scolas do samba paseaban en peregrinaciones bacanales con legiones de mulatas sacudiéndose al compás de la música. Frenéticas, los cuerpos negros pintados de verde y amarillo o cubiertas por inmensos trajes con lentejuelas de colores. Dos pantallas de cine, instaladas sobre una carroza, avanzaban entre la multitud danzante mostrando goles y jugadas de partidos anteriores. En unos minutos, los miles de hinchas brasileros verían la final del campeonato mundial allí mismo, sin parar de bailar, sudando cerveza, saltando al ritmo de los tambores endiablados.
¡Toda una tribu lista para salir a la guerra!

El sábado en cuestión, los hinchas empezaron a llegar desde muy temprano en la mañana. Sentados sobre los baldosones de la Plaza de la República o en banquitos de plástico en torno a las mesitas plegables, se instalaron familias enteras, grupos de amigos, vecinos y curiosos. Los mates ayudaban a aguantar la larga espera y propiciaban la charla entre desconocidos, alimentando la camaradería que exigía el evento.
Hacia el mediodía, ya estaban reunidas unas quinientas personas y un olorcito a asado se mezclaba entre las charlas. En una parrilla improvisada con alambres, un gordo vestido con la remera de la selección, convertido en asador del grupo, cocinaba varios chorizos mientras el humo se elevaba hacia el cielo como queriendo abrazar aquel gorro de arlequín que coronaba la punta inmaculada del obelisco.
Y la gente no paraba de llegar.
A la una de la tarde la aglomeración era tal que la policía tuvo que cortar la circulación en las calles adyacentes. Fue entonces cuando las fuerzas del orden empezaron a preocuparse.
Desde un patrullero, un policía gritaba a través del megáfono: —¡Es un error!, ¡repito!, ¡un error! ¡No se transmitirá ningún partido! ¡Deben despejar la Plaza de inmediato!
“¡Despejame esta!”, fue la ronca contestación del grupo y estallaron las risas y los comentarios chuscos.
Los uniformados intentaron llevarse algunos detenidos y hubo patadas, forcejeos, gritos y arañazos. Al instante llegaron las cámaras de “Crónica TV” y la noticia transmitida por televisión se transformó, sin quererlo, en convocatoria lanzada a todo el país.
El titular de Crónica, sobre su clásico fondo rojo con letras blancas, decía: “¡FIESTA EN LA 9 DE JULIO! LA FINAL se transmitiría en directo en PANTALLA GIGANTE. Fuerzas del orden se oponen. ¡¡¡HAY DETENIDOS!!!”.
Aquí, la coincidencia entre los historiadores es unánime. La noticia fue el detonante de la convocatoria.
Dos horas más tarde ya había más de doscientas mil personas aguardando el comienzo del partido y la bronca iba creciendo ante la ausencia de pantallas. El desconcierto y las rencillas se multiplicaban cada vez que algún policía trataba de explicar la situación.
A eso de las cinco, tras una reunión de gabinete convocada por el presidente con carácter de “emergencia nacional”, el gobierno tomó la decisión de instalar las pantallas.
A pesar de los argumentos encontrados, órdenes y contraórdenes, se optaba por aplacar los ánimos y transformar la bronca creciente en sana alegría futbolera. El horno no estaba para bollos. Sobre todo con los aterradores índices de desempleo, inflación y pobreza agravados por la crisis.
Diez minutos más tarde, dos pantallas inmensas –prestadas por los cines de la calle Lavalle–, avanzaban por Corrientes, colgando de las grúas de los bomberos, meciéndose sobre las cabezas y abriéndose paso entre la algarabía de la multitud.
Las grúas se detuvieron frente al obelisco y allí se colgaron las pantallas; una apuntando hacia Retiro, la otra hacia Constitución.

Visto desde Corrientes, a lo lejos, el obelisco empaquetado entre las dos pantallas, parecía un superpancho gigante cubierto de mayonesa; aunque al encenderse los proyectores, los colores y las formas en movimiento lo imbuyeron de una majestuosidad de gigante viviente. Gulliver que se despereza, rodeado de enanos, con su gorro de apliques que se agitan con el viento.
A las seis menos diez de la tarde el sol teñía el cielo de nubes rojo sangre mientras cuatrocientas mil personas coreaban el himno nacional junto con los jugadores en la pantalla; la alfombra de hinchas cubría la Avenida en ambas direcciones hasta donde llegaba la mirada; hormiguero rugiente, compacto y movedizo.
Un griterío ensordecedor coronó el final del himno. Dentro de los corazones de la multitud, el cielo persistía celeste y blanco, ¡la tierra celeste y blanca!, ¡los cuerpos celeste y blancos!
¡¡¡Vamos que Dios es argentino, carajo!!!

Los equipos ya están listos y primero es un murmullo, surgido de las entrañas de la pampa húmeda, ronroneo de árboles, llanuras y edificios, al que se suma el clamor de los vientos patagónicos y los ecos de la cordillera; llegados desde todos los rincones de la patria, los gritos estallan en un solo grito que atraviesa la selva misionera y se lanza de lleno contra el territorio brasilero. Del otro lado, parece que una tropilla de elefantes atravesara desbocada la selva amazónica; rugido sobre el Mato Grosso taladrando bosques, sumándose a los aullidos del mar, del río y de las aves.
Comienza el partido.

A los cinco minutos, amarilla para el arquero argentino. Cuatro muertos. Uno que se tiró del quinto piso y los otros tres, hinchas brasileros disimulados entre la muchedumbre, delatados por sus gritos de alegría.
En Río de Janeiro bailan las garotas mientras el siete brasilero gambetea en el borde del área grande; pase para el nueve; el defensor que le quiere hacer penal pero no puede; cambio de punta para el siete y chutazo abajo, al lado del palo, donde duermen las arañas.
Apoteosis total.
Abrazos y besos lujuriosos, tambores que repiquetean y taladran muslos y cabezas, montañas de personas festejando, sacrificios de gallos y machos cabríos y un torrente de cerveza y caipirinha que lo inunda todo.
El aire se transforma en un solo grito de gol. Más feroz que el rugido del inicio. Un grito que esta vez no encuentra la resistencia contraria.
Del lado argentino reina un silencio parecido al que debe haber en las galaxias del espacio sideral.
El estruendo del grito de gol brasileño atraviesa las llanuras, las sierras y los bosques y llega, intacto, a la 9 de Julio. Al pasar sobre las cabezas revuelve cabellos, arranca sombreros y va a pegar de lleno contra el gorro del obelisco, levantándolo por el aire como si fuera una bolsita de plástico.

Nos fuimos al descanso un gol abajo y casi al mismo tiempo se escuchó una explosión a lo lejos; el edificio del Ministerio estallaba en una lluvia de fuego y escombros.
Las hordas de hinchas –que hasta ese momento habían permanecido callados, meditabundos ante el resultado adverso– recibieron el estruendo con algarabía y fue entonces cuando empezaron las explosiones de autos e incendios de árboles. Lenguas de fuego se elevaban hacia el crepúsculo, corridas en masa, chapas y escombros llovían sobre el asfalto celeste y blanco; los focos de la Avenida, destellos de un cielo negro sin estrellas, proyectaban su luz difusa sobre la pantalla donde se ofrecía la selección de las mejores jugadas del primer tiempo.
Hasta que llegó lo inevitable. La repetición del gol de Brasil.
Mientras el delantero le pegaba a la pelota mandándola al fondo de la red por cuarta vez, un exaltado revoleó una bomba de brea sobre la imagen. La ocurrencia, que había sido recibida en un principio con gritos de aprobación, culminó con una masiva aporreada contra el desubicado, propiciada por los del lado que daba hacia Retiro, que iban a tener que aguantarse el resto del encuentro con un agujero negro en el centro de la pantalla.
El manchón se había esparcido hacia abajo y ya había tomado la forma de una gigantesca lágrima oscura cuando gran parte de la gente empezó a emigrar en masa hacia la otra pantalla. Hubo amontonamientos y peleas hasta que el árbitro marcó el comienzo del segundo tiempo y cada cual se quedó donde estaba, petrificado, en el lugar que el destino le había asignado.
Una humareda negruzca llenaba el aire y el cielo, aliento de dragón enfurecido, era una mezcla de sirenas de bomberos, chiflidos y el aspavientos de los helicópteros militares que sobrevolaban la zona.

En Brasil sigue la fiesta y la algarabía sostenida durante el entretiempo recibe el comienzo del segundo acto con un nuevo clamor de victoria. El rugido atraviesa nuevamente la distancia y esta vez el gorro del obelisco se desploma sobre las cabezas. Las scolas do samba se sacuden sin cesar. Torrentes de cerveza bajan burbujeantes por las laderas de la Serra da Mantiqueira y varios exaltados que se han arrojado desnudos al mar, festejan en orgías chapoteantes de alegría y alcohol.
Pero en el minuto diez, de contragolpe, el cinco argentino se gambetea a dos en el centro de la cancha y tira el pase –un pase largo, al ras del piso–, que deja al nueve en posesión limpia del balón, de frente al arco, en la esquina izquierda del área brasilera; entonces viene el amague, un defensor que se queda pagando y contra todo pronóstico, en vez de pegar el bombazo, viene el pase al diez –un pase lento, de billarista–, que lo deja solo en el centro del área; nadie lo esperaba –mucho menos el delantero–, que ante la sorpresa pega una patada débil, un poco apresurada, que va a colarse entre las piernas de un arquero que sale desesperado a achicar el arco.
En la 9 de Julio hay besos, gritos y abrazos. Millones.
Algunos gimen y se retuercen en el piso, otros putean de la alegría. Hasta que una muchacha –morocha, labios gruesos, cola redonda y pechuga como para todo un equipo–, revolea su remera por los aires y entrega sus hermosos pechos bamboleantes a modo de ofrenda ritual.
Esta acción arrebatada es bienvenida por la concurrencia masculina, y aunque al principio hay empujones y peleas, todo empieza a ordenarse cuando en una reacción en cadena varias muchachas imitan la ocurrencia.

Y todo aquel festejo fue de pronto un tumulto de manotazos, gemidos y ropas que volaban por el aire. Los más puritanos se limitaban a mirar o a acariciar una nalga, –por compromiso–, los más exaltados gritaban, saltaban o se sacudían entre multitudes de cuerpos enrojecidos por el furor y la risa.
Ajeno a todo aquello, el partido continuaba en la pantalla, hasta que en medio del jadeo multitudinario, empezó a escucharse un rumor molesto.
Primero fue un comentario torpe, dicho en voz baja. Luego el murmullo empezó a cobrar fuerza. Hasta que tomó cuerpo en la maldita frase que repiqueteaba acá y allá: “Penal para Brasil…”
Un gigantesco baldazo de agua fría caía de golpe sobre la multitud y todos despertaban del ensueño, cubriéndose con lo primero que encontraban: papelitos, retazos de tela, ropas medio rotas.
La atención fue volviendo de a poco a la pantalla gigante y cuando el delantero brasileño acomodó la pelota en el punto penal ya la situación estaba más o menos recompuesta. Un número inconcebible de ojos taladraba la imagen. El silencio era total.
El jugador tomó carrera con la lentitud de quien se sabe dueño de la situación. Respiró profundo. Tiró su cuerpo hacia atrás para darse envión. Y tras una carrera corta pegó el chutazo.
¡Un chutazo que fue a parar a la mismísima mierda!
Entonces las ropas volaron otra vez en la 9 de Julio y ya no hubo forma de contener aquel enjambre orgiástico, versión agioarnada de El jardín de las delicias.
El partido terminó uno a uno y luego del alargue Brasil ganó por penales. Pero solo unos pocos se enteraron de la anécdota, ya que al promediar los treinta del segundo tiempo, en las pantallas gigantes se empezó a proyectar la película El trueno entre las hojas con la argentinísima Isabel Sarli.
“All you need is love, papa-ra-rará”, repetía por los altoparlantes la voz de John Lennon mientras la Coca era asediada por machos inescrupulosos que intentaban manotearle sus pechos monumentales. A través de la Plaza de la República, un hombre entrado en carnes, con disfraz de Batman, perseguía a una colegiala que huía dando saltitos divertidos sobre un mar de parejas jadeantes. Apeados sobre los canteros de la plaza, una legión de hinchas sudorosos cantaba a coro una canción picaresca, avivada por fogatas y ríos de alegría. Obras de teatro se improvisaron en las esquinas; en Lavalle y Pellegrini, una sátira del asesinato de Juan Moreira; en Corrientes y Libertad, un gordo vestido de mujer con una calabaza en la mano representaba a un Hamlet carnavalesco acompañado por malabaristas y cantantes desafinados. Un poliladron multitudinario, –sobre Lavalle, entre la avenida y Esmeralda–, se desarrolló tras largas deliberaciones para fijar las reglas; valía esconderse en los negocios y en los cines, pero no en los edificios ni en las galerías. Una mancha venenosa a lo largo de Corrientes convocó a los más pequeños y un partido de fútbol de “Vestidos contra Desnudos” –cincuenta de un lado contra cincuenta del otro– permitió a la concurrencia masculina lucirse ante las miradas de las muchachas que aplaudían cada jugada y festejaban los goles arrojándose sobre el autor y llenándolo de muestras de cariño de todo tipo. Los más pacíficos, por su parte, habían formado una gigantesca ronda y tomados de la mano giraban en torno al obelisco; anillo inmenso, un solo cuerpo que danzaba siguiendo el batir de los pies contra el piso; un pasito al frente, dos al costado, otro atrás, dos al costado otra vez.
Y la gente siguió llegando.
Desde los distintos barrios avanzaban hacia el obelisco, en procesión bulliciosa, multitudes que se sumaban al mar de algarabía, golpeando sus cacerolas, impulsados por el recuerdo de un reflejo atávico, familiar y compartido. Las rutas empezaron a poblarse con caravanas interminables que se dirigían hacia Buenos Aires mientras en la pantalla gigante, la Coca sonreía al país entero; y ahora el Flaco Spinetta cantaba, para alegría de todos: “Ahí va el capitan Beto, por el espacio…”.
A las dos horas empezaron a aparecer los gendarmes con sus balas de goma y gases lacrimógenos.
La resistencia de los hinchas era desordenada pero firme. Los más experimentados en estos asuntos lanzaban bombas molotov y los vehículos militares tuvieron que emprender la retirada por Corrientes, rumbo al Bajo, perseguidos por una horda vociferante armada con garrotes y caños arrancados de las esquinas.
Luego vinieron los tanques hidrantes; otro intento fallido por restablecer el orden.
Ahora la gente resistía la presión del agua protegiéndose con escudos de chapa, puertas y carteles de publicidad. El agua fluía en ríos por las calles y en las hondonadas se formaban piletones que no hacían más que alimentar la algarabía; grupos de bañistas, ajenos a la lucha que se estaba gestando, chapoteaban y se tiraban en clavados desde los techos de los autos.
La superioridad numérica era tan abrumadora que al rato los tanques yacían volteados como escarabajos, pataleando panza arriba; las pistolas apuntaban hacia el cielo y el agua caía sobre las cabezas en una lluvia de gotas finas.
Varios vehículos militares fueron capturados por los hinchas y ante el cariz que estaban tomando los acontecimientos, las armas se empezaron a repartir entre la multitud. Por los altoparlantes, la voz de Charly García cantaba ronca e hipnótica: “Cer-ca de-la revo-lución… el pueblo pide saaangre, cer-ca de-la revo-lución...”. Varios empezaron a cantar la marcha peronista; otros, indignados, abuchearon la ocurrencia y empezaron a entonar la marcha de la Internacional Socialista; este contrapunto se fue mezclando con otras marchas políticas y hubo varios que coreaban lo primero que se les venía a la cabeza –el himno a Sarmiento, la marcha del deporte, cantitos de hinchada–; la informe masa de voces se sorprendió de pronto cantando el himno; “Oooh jureee-mos con glo-ria mo-rir, Oooh jureee-mos con glo-ria mo-rir… “; esta comunión inauguró una nueva ola de algarabía y desenfreno, avivada ahora por la multitud de carne nueva que no dejaba de llegar desde los confines de la patria.

Ante la abrumadora resistencia, las fuerzas del orden no tuvieron otra opción que replegarse y volver hacia las estaciones de Constitución y Retiro donde habían instalado los regimientos de campaña.
Soldados, armas y tanques no paraban de llegar hacia ambas terminales.
En Retiro se concentraba la infantería pesada y la caballería; repiquetear de miles de herraduras sobre las baldosas, olor penetrante de la bosta, tensión en los rostros de los soldados que esperaban la orden para salir a la calle. Los baldosones del Hall de Constitución, estaban cubiertos por montañas de armas apiladas, fusiles, metralletas y pistolas; a un costado de las boleterías, los generales terminaban de trazar el nuevo plan.
La voz de uno de los comandantes se escuchó sobre el murmullo de los miles de soldados. Las directivas eran claras y precisas. Era necesario restablecer el orden a cualquier precio.
Pero hubo algo que las autoridades no esperaban; un grupo heterogéneo había improvisado un plan de resistencia.
Al promediar el segundo tiempo habían derribado las puertas del local de hamburguesas frente al obelisco y allí montaron el cuartel de operaciones. Sobre las mesas instalaron el arsenal de armas capturadas y varios teléfonos celulares arrebatados de los locales aledaños, indispensables para la comunicación y coordinación del grupo.
Todo se fue planeando en el fragor de los acontecimientos y cuando llegó la noticia sobre los cuarteles de Constitución y Retiro, decidieron avanzar, antes de que fuera demasiado tarde.
La noticia corrió de boca en boca, veloz como un rayo, mientras ese cuerpo multitudinario, feliz y enardecido, empezó a sentir, sin pensarlo, –como presienten los animales la tormenta–, que el momento de dar batalla había llegado.
Esta vez era todo o nada.
De a poco se fueron aplacando las orgías, los juegos, los coros y las obras de teatro, hasta que la tropilla aulló en un sólo grito antes de lanzarse mitad hacia Retiro, mitad hacia Constitución. El temblor de los pisotones de este cuerpo inmenso, que no dejaba de crecer, destrozaba los vidrios de los edificios a su paso y desde el cielo enrojecido por el fuego llovían como gotas los cristales astillados; el repiqueteo de los cacerolazos retumbaba entre los gritos mientras la corriente avanzaba por la 9 de Julio, alimentada por los ríos que llegaban desde Córdoba, Venezuela, Chile, Tucumán. Fue entonces cuando desde el local de hamburguesas se ordenó que los trenes arribaran a Retiro. A los cinco minutos hacían su llegada al mismo tiempo unas cuarenta formaciones desbordantes de nuevos desaforados, reclutados a lo largo de las líneas Belgrano y San Martín. Esta multitud cayó sobre los soldados al mismo tiempo que las hordas venidas desde la 9 de Julio. Con la sorpresa y la ferocidad de un maremoto. El relinchar de los caballos desbocados se confundía con las estampidas de los fusiles y los aullidos de dolor de los heridos; algo parecido era Constitución, humareda negruzca y olor a pólvora que tornaba el aire irrespirable.
Fueron dos batallas marcadas por la inexperiencia y la abrumadora superioridad numérica de la muchedumbre; luego de varias horas de avances y retrocesos en las calles y en los andenes, la victoria se selló casi al mismo tiempo en los techos ennegrecidos de Retiro y Constitución.
A las pocas horas ya se montaba en la Avenida la histórica Asamblea de la Plaza de la República mientras sucesos similares repicaban en todo el país. Por las radios y canales de televisión se empezó a gestar el primer intento de organización conjunta entre las asambleas, que se iban reorganizando en los barrios, retomando experiencias pasadas. La Asamblea Constituyente, convocada a los pocos días, fue el escenario de los debates urgentes.
Fieles al espíritu que había precipitado los acontecimientos, cuando las discusiones se estancaban en posturas irreconciliables, la cuestión se definía con un picadito mixto. Durante el partido, los odios acumulados en las discusiones se transformaban en violentas planchas, zancadillas y arañazos. El equipo vencedor imponía su postura y todo terminaba en un enorme festejo por el acuerdo obtenido.
Gracias a aquellos debates interminables y caóticos, –en los que las diferencias ideológicas solían definirse a las trompadas–, se consiguió ir instalando muy de a poco un nuevo orden, bastante más igualitario, libre y fraternal. Una coyuntura favorable esparció el ejemplo democrático por toda Latinoamérica y está claro que aquello fue la culminación de algo que se venía gestando desde hacía mucho tiempo en el espíritu de los pueblos. Como diría un famoso colega: “El historiador no debe buscar la razón de la explosión en la cerilla del fumador sino en la fuerza expansiva de los gases”.
Pero sobre estas teorías, ya hay mucho escrito.
Lo que falta en los manuales de historia es lo que he compilado trabajosamente y comparto con ustedes en las páginas que siguen. Esas ´Anécdotas de la 9 de Julio´ que se desarrollaron durante aquellas primeras noches, entre fogones y cantos, aullidos y explosiones; cuando empezamos a mirarnos a los ojos, sin entender cómo había sido posible todo aquello, –asombrados, aturdidos–, mientras en las pantallas de la 9 de Julio, desprejuiciada, alegre y feroz, la gran morocha argentina no paraba de chapotear.

domingo, 21 de mayo de 2006

CUENTO INÉDITO DE PATRICIA SUAREZ


ME LEVANTO DESDE SUEÑOS
Relatos de sueños

Me levanto desde sueños de ti
Percy Shelley
1. Anoche te soñé, le escribí a mi primer marido. Estabas llegando tarde a casa. Era el mediodía, poco después del mediodía. Recuerdo claramente cómo conocía yo el sonido de tus pasos, cómo metías la llave en la cerradura, el ímpetu con que abrías. Te veía entrar al patio. Llevabas puesta una camisa amarilla, clara, desvaída. Durante el sueño tuve la conciencia de cuánto me costaba lavar esa camisa, porque usabas un desodorante que la decoloraba a la altura de las axilas. Recordé el olor de tu transpiración, con todos sus matices: cuando hacía calor, cuando estabas nervioso, cuando el agotamiento. Recordé algo más: cuando el que en aquel tiempo era mi psicoanalista me preguntó qué tenías en común con mi padre y yo respondí: el olor de su sudor. Y él consideró que hubiera sido maravilloso un mundo donde uno se moviera guiado por los olores.
No lo sueño demasiado a menudo, pensé, pero no se lo escribí. Agradezco a Dios que así sea. Porque a la larga uno puede acomodarse en la pena como en un sitio más o menos confortable: la ausencia es tal vez menos insalubre que la presencia del ser amado. Es una conclusión a la que llegué con el paso de los años. Pero esto último no se lo escribo a mi primer marido, sino que me lo quedo masticando. Tiene una mujer nueva, y está en camino de ser padre.
La luz del sueño, la vividez con que sus camisas entraron en mi vida cotidiana –tan distinta ahora de la que llevábamos cuando estábamos juntos- me puso triste todo el día. No era añoranza, no. Era otra cosa.
Estabas parado en la luz, me digo.
Yo abriría entonces la puerta de la cocina, para llamarte.
La comida está lista.
Nos sentaríamos a comer en nuestra mesa demasiado estrecha.
Durante muchos años compartimos esa mesa donde apenas podíamos mover los brazos para utilizar los cubiertos.
Hacías un gesto.
Levantabas el dedo índice como señalando el techo.
Afuera un pájaro cantaba.
Y la luz se erguía sobre tu cabeza.
Y yo creia que el tiempo era infinito.

2. El año pasado tuve un sueño recurrente.
Soñaba que yo era la joven que Vermeer, el pintor holandés, pintó en La muchacha del aro de perla. No recuerdo nunca haber visto ese cuadro personalmente; ni siquiera soy una fanática de Vermeer. Sólo una vez hice un artículo sobre él, en un diario extranjero, a propósito de una muestra que se inauguraría en Buenos Aires. No ví la exposición tampoco.
Pensando en las circunstancias cotidianas que rodearon estos sueños, no encontré ninguna que explicara el por qué que yo soñaba con ella.
Busqué información en internet.
Vermeer no tuvo una modelo como Botticelli tuvo a la Bella Simonetta o como Tiziano a su hija. Era una chica holandesa de los alrededores, y en el cuadro representa la pureza.
Y yo no me considero un ser casto.
La primera vez que soñé ella, yo estaba conversando con mi primer marido. Mientras lo hacía, me ataba en la cabeza el turbante que la joven tiene en el cuadro. Yo, que tengo el cabello tan oscuro y sefaradí, veía en el sueño mis cejas rubias y holandesas.
Luego, ella que era yo, apareció en otro sueño. Caminando. Yo veía su vestido intensamente azul.
La tercera vez que la soñé fue a raíz de relatarle estos sueños recurrentes a un amante. Nunca, le dije, me sucedió que un personaje de cuadro quisiera comunicarse conmigo. Él no medió palabra. Yo estaba en su cama y me quedé a dormir con él. Entonces ella vino esa noche y mi amante acogió el relato del sueño con una indiferencia tal que parecía que él todos las noches se acostaba con espíritus y todas las mañanas desayunaba con fantasmas.
Y a la noche siguiente cuando ya estaba yo sola, en mi casa, en mi cama y con mis decepciones al descubierto, también vino la joven del aro de perla. Fue la última vez que la vi. Estaba parada frente a mí, esa mujer que era yo. Su vestido esta vez se veía negro, oscurecido, y fue apagándose su figura de abajo hacia arriba, y ni siquiera pude ver su rostro. Como un rollo de papel que se incendia, de pronto el misterio se fue como hubo venido, sin que yo atinara a resolverlo.

3. La última vez que viajé a ver a mis padres fue en el verano. Hacía demasiado calor. Estuve cinco días. Esperaba a la vuelta tener un encuentro con un hombre que me gustaba mucho. Sé que yo le gustaba mucho. Lo había invitado a almorzar y no veía qué cosa podía pasar que trastocara el sentido de este encuentro.
Una noche, en la otra ciudad, durmiendo en la que había sido mi habitación, soñé lo siguiente:
Estábamos sentados en la cama en la que dormí en mi adolescencia. El hombre estaba frente a mí. Yo tomaba su mano y la llevaba a mi esternón y él me tocaba y su mano entraba dentro de mi cuerpo. Entonces yo le decía: Estoy curada.
Volví y cociné para este hombre.
Compré un vino que no tomamos porque él era abstemio.
Hablamos de trabajo, en primer lugar. Un poco del pasado de cada uno.
Yo no podía ni mirarlo a los ojos.
Creía que el deseo se me notaba.
Existía un red tan tensa e invisible uniéndonos, que el primero que se levantara de la mesa rompería el encanto y causaría dolor al otro.
Fui yo quien se levantó primero.
No lo besé.
Pasé a su lado y me dirigí a la cocina a preparar café.
Él dijo:
“Creo que está siendo la hora de irme. Tengo que trabajar”.
Yo dije que me parecía muy bien; me temblaban las piernas.
Le serví el café y lo bebimos.
Se levantó y se fue.
En la puerta me abrazó.
Yo sentí que ya no tenía mucho sentido darle un beso.
Aparté mi vista de su boca y no quise interpretar mi temor como un fracaso.
Luego descorché el vino, me tomé un vaso yo sola y medité.
No encontré una sola respuesta que me explicara por qué no le había contado el sueño.
El estaba ahí, ponía su mano en mi pecho y tocaba mi corazón.
Bastaba eso. Pero no pude y me quedé callada.
Después, ya no volvimos a vernos.

TRISTE NOTICIA: MURIÓ DIEGO VINIARSKY, editor de la revista EL PERSEGUIDOR

sábado, 20 de mayo de 2006

TOM LUPO APORTA UNA ORACION ETERNA

INDIFERENCIA ANTE LA ENSOÑACION DEL PAISAJE EXTERIOR

viernes, 19 de mayo de 2006

Hoy, TRES POEMAS del chileno JOSÉ IGNACIO SILVA


LOS FUEGOS APAGADOS
III

Tres arpegios para sus tres humores:
Mañana, tarde y noche.

Eso regala la ciudad
que siempre ha estado, estuvo y estará,

cobija a todos los culpables
que corren como linfa por sus venas negras,

pero no habrá de culparla como a la sangre
por la risa o la lágrima:

ya estaba allí cuando pasé
y si estaba allí fue porque precisamente pasé

otros arpegios, ciegos, sordos y mudos
regalo a esta, mi ciudad:

sangre, sudor y lágrimas,
lo demás es cuento, lo demás

es rutina aprendida en la oscuridad.

Paraíso esfumado, distancia total
de la delicia del nublado de las tardes,

de la casa oscura a media tarde,
de la misa única, falsamente salvadora,

que no puede ser más que cuando me tomas
de la mano y bajamos por la calle como linfa

sangre y hacia atrás
sangre y hacia atrás
sangre y hacia atrás

sacadme de la escena, que solamente se vea
mi mano acariciar su rostro pecoso, el marco

de sus lentes de canela, su cara de
fantasías que no existen.

La ciudad me carcome la nuca, mi cuello,
ya no puedo dar al mundo señales positivas,

gestos de grandeza, actitudes humildes,
actos de contrición, exámenes de conciencia

-a lot of soul searching is being made
but not here-.

La ciudad lo ha hecho por ti
la ciudad sin sudor te lo enseña,

la ciudad tiene reservado un lugar para ti,
que no es el que ocupas,

la ciudad prepara el responsorio para tu nuca,
la ciudad se quema y revive para todos,

la ciudad es todos y a la vez aire,
no más que tres arpegios –a no sonreír-

mañana, tarde y noche.

ESTO NO DEFINE NADA


La nada es la nada
un todo negro
en un todo blanco
un avión que vuela
en un cielo de arena
la nada son todos los silbidos
que no alcanzan a nacer
en ninguna biblioteca.

CARLOS DE ROKHA SE ESTÁ QUEMANDO

La zarza sagrada
se ceniza de risas brutales
y ebrias

la zarza sagrada consume
el dorso de su hélice
muerta

entre navegantes
dormidos en canto
en niebla azul y olvido

la zarza sagrada
templa a rebato
el ventisquero tenue

que abraza lo submarino
hacia el final
de la jornada

la zarza sagrada
suda un agua turbia
inclaudicable

¡asciende de esta
miseria propia!

Eres la zarza sagrada
el gallo contento con su incesto
el arlequín que con la llave
abre la puerta y encuentra
un canto de profecías

en orden que llora
en sus herencias

una llama que canoniza el cielo.

José Ignacio Silva nació en Chile en 1980. Es editor de la revista electrónica Plagio. Fue antologado en Voces Germinales (2003). Artículos suyos han sido publicados en los suplementos Artes y Letras y Revista de Libros del diario El Mercurio, y en el portal Crítica.cl.

jueves, 18 de mayo de 2006

NO SE PUEDE ESTAR A SALVO NI POR LA POESÍA NI DE LA POESÍA


Romina Agostino, de Perú, entrevista al poeta guatamalteco Alan Mills en su blog La Rústica En el reportaje titulado Ya no soy "sujeto" de mi poesía, Mills-inducido por su interlocutora- desarrolla el concepto de estar a salvo mediante la poesía.

La verdad, me cuesta pensar en la poesía como un instrumento de “salvación”. Me cuesta pensar, de hecho, en cualquier posibilidad de “ser salvo”. Más bien me interesa el hecho poético como un ejercicio de riesgo, de poner la existencia frente a un cuestionamiento esencial. No creo que haya una sola línea en la poesía latinoamericana que nos permita sentirnos a salvo, ni siquiera creo que la haya en toda la poesía universal. Básicamente porque no es ése el cometido de la poesía, el arte no debería incluir la pretensión de constituirse en ese salvavidas que muchos quisieran que fuera. Y ahora, esa misma posibilidad de “ser salvo” en un mundo que, no sin cierta ironía, podríamos llamar “posmo”, aparece ya como un hecho todavía más improbable, puesto que dicha salvación implicaría la confianza contumaz en un discurso totalizante (pensemos en el neoliberalismo y sus eslóganes), capaz de aliviar todas nuestras angustias, implicaría la confianza en algún relato inyector de certezas y de seguridad. Al decir “posmo” quiero ejercitar una crítica a una posible asunción acrítica de la posmodernidad, en tanto lógica cultural. Entre mis cercanos he podido notar que hay cierta tendencia a negar la existencia misma de esa lógica cultural, una especie de fuga hacia un pasado más pleno de certezas; no considero que eso sea beneficioso para examinar a fondo nuestra realidad. Ud. habla de derrumbamiento, y se me impone imaginar a los poetas jugando con los escombros, edificando escaleras extrañas.

miércoles, 17 de mayo de 2006

Blogonovela


Nuestro premiado amigo laisecano Marcelo Guerrieri escribe desde Uppsala su blogonovela en tiempo real "Aristóbulo García, detective bonaerense". Una entrada por día que nos hace hasta creer que el tal detective existe. Para dudar si en Internet al menos alguno de todos los que chatean, publican o lo que sea por este medio es de verdad real.

martes, 16 de mayo de 2006

III Encuentro Internacional de Poetas "El turno del ofendido"

La Fundación Metáfora se complace en anunciar el III Encuentro Internacional de Poetas "El turno del ofendido" a realizarse en El Salvador del 20-27 de mayo de 2006.

POEMAS DE ALGUNOS INVITADOS (Y, PROXIMAMENTE, EL PROGRAMA)
Saúl Ibargoyen

CIERTAS LÁGRIMAS

Una muchacha arroja sus lágrimas
a través de los nervios negros
del teléfono.
¿Dónde ha nacido
el origen de esas aguas
desesperadas que manchan
la acidez de la sal?
Una muchacha simplemente
expulsa respiraciones floraciones
dulces mocos
y oxígenos oxidados.
Hay palabras sin alcohol
en la oreja derecha
de su nuevo corazón:
esas palabras
son casi las mismas
que usa cualquier distancia de aire
para sentarse junto al dolor
ahora cerrado de sus ojos.
Esos sonidos tienen
una silenciación que el vacío mastica
un idioma que sólo dos lenguas comprenden.
Esos sonidos soplan
sobre piel y pelos
y requemados párpados.
Una muchacha recoge sus lágrimas
como simples objetos de sales y agua
y las ordena en un rincón
de su recámara:
allí donde cruje el mundo
allí donde los ángeles
se peinan las plumas
después de orinar.


Manlio Argueta
RÉQUIEM POR UN POETA
Tú que vas por el mundo en la hora del sueño.
Marchas con alegría. Saludas con una flor
iluminada por tu sonrisa de niño malo.
Tú que hablas con los vagabundos. Haces poemas.
Das de beber al sediento en las noches difíciles.
Tú que deseas congraciarte con la humanidad. Repites Homo hominis lupus y sin embargo nada tienes.
Por el camino vas dejando todo. Tiemblas de frío.
Ves en el amigo la mejor estrella.
Compartes la camisa. Te das en la poesía.
Te queda sucio el cuerpo, el polvo de la luz;
lees orlando fresedo en las páginas literarias
pero por dentro te nacen ríos entre lirios.
Y descubres el oficio de ser hombre.

Sé que resulta difícil ganar el pan de cada día
(dánoslo hoy perdónanos). Y peleas con los perros;
pero alzas los brazos —en dirección al aire
hacia donde palomas en bandadas
miran con sus ojillos de encendidas luciérnagas.
Y tú las miras también, en la hora del cazador.
Y tú las miras en la hora que nos roban el corazón.

No hay alternativa. Robas el pan al llanto, ¡ladronzuelo!
Es la palabra de siempre. Luego, el himno de batalla;
miradme no me queda nada salvo salvo mi fama de bandido,
y mi piel cantadora, alma mía, alma mía el día que me olvides.
Lavas el aire con tu rostro de agua fresca.
Cuando eres el primer perfume de la madrugada.
Cuando eres malherido constante. Figura malherida.
Copa de luz enferma. Incomprendido por el puñal de la noche.
Así te mueres, la suciedad del tiempo
cae sobre tus formas de poeta.
Temes al soplo de la soledad. No sabes
adónde ir. No sabes si naces para el vuelo
y hay que robar el pájaro cautivo. Por eso
cuando llueve sobre la hierba, cuando los clarineros
dibujan el perfil de la mañana, cuando las cigarras
entonan la misa de los desaparecidos,
hacen tu vaso limpio y los ojos que velan.

A veces eres piedra mojada por la niebla del vino.
Inaccesible bondad o ángel de la guarda
que no sabe a quién cuidar. Y entonces caminas.
Buscas la soledad en el sueño de viajero sin alas.

Y allá lejos, nos disputamos con nuestros propios deseos
la espina de pescado… pero no, el caro sorbo de agua,
el duro pan, el encierro.
Igual nos saludamos con el mismo sombrero.

Despiertas en las calles
con ramos de flores ¡buenos días! Y saltan
las estrellas humedecidas por la noche.
Tus pies navegan en octubre. Navío de otoño.
Mar tocado por el oro de las hojas agónicas.
Mientras un ciervo besa la mano de los niños
y la bondad es como la fruta roja del bosque.
Así vas niño loco. Tirapiedras querido.
Niño sin memoria. Ángel castigado por Dios.
Niño de las golondrinas. Caja de musicalidad.
Elevador de lunas, santo de los diez centavos.
Misa de ron. Poeta en las alas de la madrugada. Niño loco
entre hojas de eucaliptos. Hermano de los miserables.

Tú que vas por el mundo en la hora del sueño
por esas calles de san salvador bañadas por la luna llena.
Das pasos de niño, de vuelo recién inaugurado,
cuando la noche es oscura, el corazón es temeroso
y mañana será otro día.



Luis Alberto Ambroggio

PAISAJES DE USA

Si cada ladrillo hablara;
Si cada puente hablara;
Si hablaran los parques, las plantas, las flores;
Si cada trozo de pavimento hablara,
Hablarían en Español.

Si las torres, los techos,
Los aires acondicionados hablaran;
Si hablaran las iglesias, los aeropuertos, las fábricas,
Hablarían en Español.

Si los sudores florecieran con un nombre,
Se llamarían González, García, Rodriguez o Peña.

Pero no pueden hablar.
Son manos, obras, cicatrices,
que por ahora callan.

©2005 by Luis Alberto Ambroggio (de Laberintos de Humo, Tierra Firme: Buenos Aires, 2005)


Elvira Hernández

RECOGIMIENTO
En el Hospital Saint Paule de Mausole
En un patio reservado para hombres
Crecían lirios en desorden
Van Gogh los cortó de raíz
Con su paleta
Su recogimiento

En el jardín donde me he internado
espesura de mujeres
Crecen gramíneas sin nombre

Las recojo como es recogido el fuego



Esteban Moore

EL TIEMPO LABRA LAS RUINAS DE LA MEMORIA

“No love deserves the death it has”
Jack Spicer

De aquella noche -------sólo quedan -recuerdos
los sonidos del lugar ------el atareado ronroneo
en la noche caliente -del equipo ---------de aire
acondicionado -el chirrido de una cortina -que
se cierra -------al resplandor de la ciudad


y aquellos gemidos en movimiento -----que caían
al oscuro vacío del pulmón de manzana -----------
desde no sabemos dónde-------invadiendo nuestra
silenciosa intimidad -------rítmicas onomatopeyas
que luego traducirías -entre risas -como: el festejo
de los vecinos del 7º “C”


de aquella noche unos ruidos -el amor ajeno -luces difusas
y las promesas ---------que los cuerpos no pueden sostener


(30-6-01--11.26)


Silvia Elena Regalado

MIEDOS
I
No le tuve miedo
a la desnudez del niño
ni a la oscura palabra del hombre.
Sólo me espantó
tu miedo
del niño,
del hombre,
de mi pecho abierto
al niño
y al hombre.


II
Debes salir a la mañana
para que el sol te pinte,
no importa que atardezca,
que te cubra la noche.
Sólo la oscuridad te dará las estrellas,
sólo la noche llamará otra aurora.

lunes, 15 de mayo de 2006

DEDICADO A LUCAS

"la verdad está en el vino"
Alexander Blok



Miente el vino como mienten los besos nacidos después de la lluvia que ejerció su oficio de cuchillo durante este mes de abril tan bipolar. Miente, la noche miente cuando se despide de tu maldito vientre cruel para devorarme con su lengua de fuego inexistente. Miente como miente la sal cuando se cae al suelo. Miente la muerte, miente. Miente la vida, miente. Mienten. Miente mi preferencia de vino, el reflejo de otro que pudo haber sido aquél pero terminó siendo vos, miente mi preferencia de aquel ante la obscenidad de la televisión. Miente la veracidad del fraude y la irreversibilidad de la competencia desleal. Yo miento porque digo que miento cuando no miento y porque digo que no miento cuando miento o porque digo que no miento cuando no miento (sí, eso es una mentira) o porque digo que miento cuando miento (sí, eso es otra mentira).
El baile de las máscaras comenzó con el desgarro adentro, justo debajo del pecho izquierdo. Desde allí la herida danza el sentido marcado por un ritmo anterior a los siglos diluidos por la nada. Una bomba de tiempo había activado la necesidad de demostrar el ser que no soy. Una broma del tiempo iniciaba mi búsqueda hacia la locura ya imposible como imposible cualquier salida de la realidad circular que nos planteó por allá Jorge Luis. El laberinto, qué bronca. El final.

viernes, 12 de mayo de 2006

JULIO, SUS APARICIONES

¿Lo encontraría a Julio? Ahora que no está, que no hace falta buscarlo por la rue de Seine, por el arco que da al Quai de Conti o que sus ojos de gato telefónico brillen en la noche como un farol erguido sobre el cuerpo desnudo de su osita; que no hace falta, máxime si esa boca que mi dedo imaginaba tocar podría haber pertenecido a Julio, aunque los ojos fueran negros y no tocara saxo sino piano y yo no me llamara Edith Arón ni se tratara de Janis Joplin aunque sí Inti Illimani. Pero otra vez Cuba, el harakiri social, scotch on the rocks a las siete y media de la tarde, hormigas atravesando los ríos subterráneos de Roma, la misma nada inenarrable, idéntico el puente que había recibido a Julio con flores Madres de Plaza de Mayo y poemas Rubén Darío sobre mesita de hospital Saint Lazare. Cortázar, animal literario que para permanecer eternamente joven no necesitó de Dorian Gray ni aplicarse botox, exceptuando ciertas hormonas y el sudor acumulado mientras ejercía la docencia en Chivilcoy, sudor exprimido por Carol y esa América Latina violentamente dulce. Entonces, había dejado de ser un extranjero en su tierra para aprender a amar la batalla contra dictaduras que lo habían confinado a un exilio iniciado voluntariamente, cosa que no le impidió comprometerse y denunciar el infierno de los desaparecidos. Amar, esa palabra, encuentro entre dos extraños cuyo cuerpo constituye un límite definible y definitivo a menos que. Amar, esa comunicación imposible, salvo el deseo. ¡Si Cortázar estuviera! Son sus silencios, lo nunca dicho que dialoga con nosotros, jóvenes que no pudimos conocerlo porque estamos acá, del otro lado, es ese disco en verano que interpola a Cortázar engripado en invierno, nos da ganas de abrazarlo, de arrumar al fantasma bon vivant y bohemio, de soportar juntos alguna de esas espantosas películas húngaras. Al final no queda otra, hacerle el amor mediante lecturas y propalación de sus sueños, enamorarnos del otro que pudo haber sido Julio y que nos falle como le falló a la verdadera Maga y como él me faltó a mí, si no supe cómo, el otro y Julio que saltan desde la autopista del sur hacia el cielo, los ojos y literaturas de ambos henchidos de mí, lectora que al momento de ultimar estas palabras apuradas por cruzar el puente todavía está de este lado de la muerte.

jueves, 11 de mayo de 2006

¡¡PRIMICIA!! KARINA MACCIÓ PRESENTA SU NUEVO LIBRO Y NOS DEJA UNO DE LOS POEMAS QUE LO INTEGRAN






Y Prostituto de la letra
que es el cuerpo mía
dicho y absorbido
desgarro
lo asesino del cuerpo
Ahora enmudece
Ahora grita -tan cliché-
Ahora Abre los Ojos y Ve
una cara deformada-----arrugas------------
enloquecidas
los razgos encoleridos
Ahora Razguña
------razgados-los-ojos-de-gozo------
o miedo--o alien—no sé
que va a salir
lo otro que soy, sos
la bestia blanca
-ullida
-cosido---cocido – recalentado---
nuestro amor
frankenstein

martes, 9 de mayo de 2006

DOS TALLERES DOS GRATUITOS, DE ESCRITURA, EN LA CASA DE LA POESÍA



(imagen de http://www.wkozak.com)


Casa de la Poesía de Buenos Aires convoca a poetas de la ciudad a formar dos grupos de taller, a cargo cada uno de las poetas María del Carmen Colombo y Andi Nachon.

Los talleres son gratuitos, tendrán una frecuencia semanal y una duración de tres meses.

Los interesados deben presentar una muestra de su material inédito (aproximadamente seis poemas) y sus datos personales completos: nombre y apellido, lugar y fecha de nacimiento, domicilio, teléfono y dirección de correo electrónico.

Las poetas talleristas considerarán los materiales recibidos y en base cada una a su criterio seleccionarán a los integrantes de sus respectivos grupos; cada grupo estará integrado por un mínimo 20 personas.

María del Carmen Colombo resume el plan de trabajo para su taller en los siguientes términos:
"Metodología: Lectura y análisis de los textos de los participantes. La palabra del otro como generadora de textos: práctica intensiva de la escritura. Voces y resonancias. Propuestas estéticas: lectura de la obra de otros autores: Baudelaire - Rimbaud - Mallarmé - Valery - Eliot - Lezama Lima - Discépolo - Pizarnik Bayley - Orozco - Ortiz - Lamborghini - Bellessi.
"Objetivos: Perfeccionar la artesanía propia del oficio. Ahondar en aquellos temas y motivos que se manifiesten en la producción grupal e individual. Reconocer en los textos filiaciones y parentescos literarios. Adquirir una mayor conciencia del proceso creativo.
"Actividad complementaria: Evaluación grupal del conjunto de los textos presentados por cada uno de los integrantes, como cierre de los tres meses de trabajo."

Andi Nachon, por su parte, propone:
"Los primeros acercamientos a la escritura suelen ser un ejercicio solitario. Este taller se propone como un espacio abierto donde se pueda compartir la propia escritura aproximándose a la escritura del otro. Ese tránsito gozoso plantea la posibilidad de ver el propio acontecer reflejado en las instancias y dificultades que aparecen también en los trabajos del compañero.
"Centrado en la revisión y ajuste de textos, el taller a la vez plantea la posibilidad de acompañar la instancia creativa a través de diversas lecturas. Sin pretensiones cronológicas o de linealidad, aunque brindando un panorama amplio de la producción actual y de las diversas tradiciones y voces poéticas que conforman la extensa trama que hace a la poesía argentina hoy. De esta forma se instala en el taller el espacio de la reflexión crítica como una instancia de complemento fundamental de la labor creativa."

El taller va a desarrollarse en la Casa de la Poesía durante los meses de junio, julio y agosto, con una frecuencia semanal; el taller de Andi Nachon funcionará los días los martes y el de María del Carmen Colombo los miércoles, ambos de 19 a 21 hs.

Los interesados tienen que enviar el material por correo electrónico o postal (no certificado) a Casa de la Poesía, Honduras 3784 (CP 1180), Buenos Aires, o acercarlo personalmente a la misma dirección los días hábiles de 18 a 21 hs. En el exterior del sobre deben especificar "Taller de María del Carmen Colombo" o bien "Taller de Andi Nachon"; si desean postularse a los dos grupos deben enviar dos juegos en sobres aparte. Quienes se presenten por mail, deben hacerlo a: casadelapoesia@buenosaires.gov.ar (teléfono: 4963-2194).

La recepción cierra el lunes 5 de junio a las 20 hs; los que hagan el envío por correo tengan la precaución de hacerlo con la debida anticipación, de manera de poder contar con todos las carpetas el lunes 5.

Los veinte seleccionados de cada grupo serán contactados por correo electrónico o por teléfono.
Casa de la Poesía
Biblioteca Evaristo Carriego
Dirección General del Libro y Promoción de la Lectura
Ministerio de Cultura
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires

miércoles, 3 de mayo de 2006

FESTIVAL DE POESIA EN BUENOS AIRES

SALIDA AL MAR/
Festival Latinoamericano de Poesía de Buenos Aires

III Edición
Buenos Aires
18 al 20 de mayo 2006

lecturas talleres charlas
videopoemas feria de publicaciones

participan poetas de
Bolivia Brasil Chile Colombia Costa Rica
México Paraguay Perú Uruguay Argentina

lugar
Instituto Goethe Corrientes 318
lecturas de 18 a 22 horas

abierto a todo el público/gratis
www.salidaalmar.tk
organizan esta edición
María Medrano
Cristian De Nápoli
colaboran
Timo Berger
Washington Cucurto
Lucía Bianco


Invitados (lista provisoria):
José Ángel Cuevas (CHILE), Circe Maia (URUGUAY), Cé Mendizábal (BOLIVIA), Arnaldo Antunes (BRASIL), Rocío Santisteban (PERÚ), Sergio Parra (CHILE), Andrea Cote (COLOMBIA), Yanko González (CHILE), Angélica Freitas (BRASIL), Rodrigo Quijano (PERÚ), María Montero (C. RICA), Montse Álvarez (PARAGUAY), Ricardo Domeneck (BRASIL), Diego Ramírez (CHILE), Tilsa (PERÚ) y otros…

DE ARGENTINA (lista provisoria):
Leónidas Lamborghini, Mirta Rosemberg, Martín Prieto (Rosario), Daniel García Helder, Bárbara Belloc, Roberta Iannamico (V.Ventana), José Villa, Selva Dipasquale, Carlos Eguía (La Plata), Paula Jimenez, Claudia Prado (Pto. Madryn), Mario Ortiz (Bahía Blanca), Ezequiel Alemián, Osvaldo Méndez, Andrés Kurfist (Neuquén), Florencia Castellano, Eloísa López (Córdoba)…

Feria de editoriales, con publicaciones de distintas ciudades del continente.


SALIDA AL MAR

Bienvenidos a la página web de SALIDA AL MAR/ Festival Latinoamericano de Poesía de Buenos Aires. Aquí encontrará información sobre las distintas ediciones y sobre los poetas que participaron en cada una de ellas.

SALIDA AL MAR es un festival internacional de poesía organizado por poetas y editores independientes, abierto a todo el público y de ingreso gratuito. Participan cada año unos 20 poetas de otros países latinoamericanos y una cantidad similar de invitados de toda Argentina. Los eventos incluyen mesas de lectura, performances, talleres, exhibición de videopoemas, charlas y una feria de publicaciones (editoriales y revistas).

Todos los años, el festival reúne a poetas de distintos países de nuestro continente. Algunos de ellos son poetas claramente consagrados –Raúl Zurita o Juana Bignozzi, por ejemplo, participaron en la edición 2005. Otros son poetas surgidos y consolidados en los últimos diez o quince años –los peruanos Roxana Crisólogo y Miguel Ildefonso, o el brasileño Douglas Diegues. Otros poetas como Pedro Favarón (Perú), Víctor López (Chile) o Mariana Souzzo (Argentina), que participaron en 2005, son jóvenes en algunos casos inéditos, rastreados en internet o en talleres literarios.

La primera edición de SALIDA AL MAR se llevó a cabo en julio de 2004 con el apoyo de la Casa de la Poesía de la Ciudad de Buenos Aires (Biblioteca Evaristo Carriego). La segunda edición tuvo lugar en julio de 2005 en el Instituto Goethe, la Casa de la Poesía y la Iglesia de los Marineros Finlandeses.

La edición 2006 se realizará en el anfiteatro del Instituto Goethe Buenos Aires (Corrientes 318) los días 18, 19 y 20 de mayo. Los organizadores de esta 3ª edición son: Cristian De Nápoli, María Medrano y Timo Berger. Colaboran Washington Cucurto y Lucía Bianco.

martes, 2 de mayo de 2006

CHOLULAJE/ REENCARNACIONES




La foto es en la casa de Gaby Bejerman, con los anteojos de Silvina Ocampo. Quizá con un poco de supertición, las gafas surtan algún efecto poético. Que lo mismo ocurra por haber nacido el mismo día del mismo año a la misma hora en que Romy Schneider murió.

POEMA INCOMPLETO PERO MÍO






Los títulos


Recorté el último intento de perderme para-ser, nuevamente,
noche blanca del pájaro sin alas, máscara sutil de las palabras
incapacidad de abrazarte mientras la herida se abrasaba en la culpa.

(Para pere-ser, tenía que callar la palabra clave de los genios equivocados.
Cuando llegaba la hora, en provocación embotellada, la maliciosa llamaba.
Inesperada, esperada. Era de pronto, sin pensar, extirpaba a MI madre de raíz.
La verdadera clavaba sus colmillos hasta meter-ser dentro.

Lo que quedaba de ella golpeaba con su sotana rítmicamente MI frente
contra ese ataúd donde habitaban los múltiples espejos habituados a
la indagación de la suicida)

era la noche blanca como una sombra luminosa
como la que no podía ver la nada como la que
no podía ver
no veía
nada

sombra asesina de esta mutación cómo fue cómo
soportó el peso de mi deseo y de mis besos
cómo los ocultó de la mentira hasta arruinarme
pero-para-qué si asfixiados si cómplices del silencio
asfixiaban como un capellán en la deriva
un familiar que lava a la verdadera mamá de MI
y de la verdadera

(había olvidado que al son los tulipanes de hospital son venenosos
que son demasiado rojos que los taxis a las tres de la madrugada
después de la desfloración de un vino vergonzoso
que la ocurrencia “anti-parra” y los bucles cortos de Marley
y el tango desafinado y la casualidad y los muros después
una película aburrida solamente en soledad)


todo absolutamente toda
ocasión de culpa
toda absolutamente todo
era demasiado rojo
era demasiado
y era rojo

ardía

Poemas del hondureño FABRICIO ESTRADA

VASA, 1628

Pasé
catorce horas de vuelo para llegar a ella
y ella,
cuatro siglos bogando para atracar en mi asombro.
¡Ah, bestia boreal de lo imprevisto!
Me contaste de ballenas que pelearon
a canto vivo tus cuadernas,
de las salvas de silencio
con que espantaste sus ardores
y del día aquel
en que la última gaviota se prendió a tu mástil
y arranco las velas como un recuerdo.

¡Cuántos abedules para abrazar tu casco!
¡Cuánta premura para entrar en los sueños!

Báltica joya en la ostra de los inviernos,
limpia de hombres, vacía de voces y contraordenes
conservaste para mi
un corazón de laberintos y espejos,
el adios perdido de los reyes
y un mascarón de proa, vacío
para este amor de lejanías.

¡Ay, Alfonsina escandinava!
coral de museo,
momia marina que jamás
revelará mi pecho.


JEROGLIFICO

Me tiño los huesos y los acomodo.
Con extrema delicadeza
hago con ellos mi plaza fuerte,
los muros que el tiempo vendrá a hurgar
con su lascivia infinita.

Del rojo más negro
para confundir la noche
para quien me encuentre sepa
el tamaño de mi desvarío.
Del rojo verdadero que somos
me tiño y lego
corazones machacados.

Quien me encuentre sabrá olvidarme,
tejerá una selva
con ardientes guacamayos rojos.


DESIGNIOS

No sé cómo planeó mi padre
hacerme llegar aquel poema de Dalton
envuelto en su pergamino
de visita a Tierra Santa.
César, mi hermano,
los trajo anudados a su alegría
y me pidió guardarlos
bajo el vidrio de la memoria.

"Se marchitan -me dijo-
golpean como hojas sueltas
de un otoño setentero."

Aquel día supe
que mi destino sería igual
al de un árbol con oficios muy particulares:
mientras todo el bosque marchitara,
yo, crecería con los despojos
como un frondoso y único
paraíso de nostalgias.


EN LAS GALERAS

Yo serví en las galeras contables,
amarrado a la silla
empuñaba el lápiz remando
en contra del cifrado mar de horas y cierres.

El sol teñía la mitad del rostro
mientras el ventilador henchía los papeles
con su soplo hastiado.
A la altura de los pájaros
que se estrellaban en los ventanales,
imaginaba que el edificio entero levaba anclas
y dejaba atrás
las nubes de un cielo petrificado.

¡Cuántos salarios pasaron
como esqueléticos peces multiplicados!
¡Cuántos memorandos silbando
como látigos en mis manos!

Yo serví en las galeras contables,
restándome, borrándome,
batiéndome manso en la espuma de las tardes.


HOMBRE SECULAR

Todo está en contra del hombre secular:
La marea que truena
en los silencios de la palabra,
la fruta ácida que se encuentra
en medio de la sed,
la órbita sorprendida por Newton y Copérnico
y que ahora, entre los simios,
es el dogma de las esferas;
la veloz ráfaga que viene de los calendarios
y el otoño de días y horas
donde gira el inconforme,
el universo fragmentado
ante la primera pregunta del niño
y ante el sueño precoz de los astrónomos.
Todo está en contra
del que va desnudo
con un arreglo floral para el forense,
las enormes vitrinas bajo las cuales
surge el amor de los ciegos,
los símbolos patrios, el candado de las fronteras,
el tañido escrupuloso de las campanas
que avisan el desastre,
la prudencia de los anarquistas,
la bala que se oxida
en la ruta sanguínea de lo tiempos;
la limpieza de la muerte,
la nostalgia inútil de los ebrios
recién casados,
el soltero que desgusta
los platos fríos de la soledad,
la polilla que engorda de luz
en las bombillas abandonadas,
los burdeles donde se ama con uñas y dientes
con un amor más tierno que el de los enamorados.
Las oficinas del tedio,
la oración cifrada
en la administración de Dios,
el goteo de santos y blasfemos,
los que esperan una llamada
o un signo de fe trás la orgía,
los que buscan empleo
para ser objetos de burla
o simple objetos de inventario.


POEMA EN ONDA CORTA

Con la radio venía la revolución.

Por las noches, cuando mi abuela dejaba
el responsorial y la estación católica
interrumpía su señal,
la radio quedaba a la deriva
en la curiosidad del niño:

¿Quiénes eran los santos furibundos
y quiénes los mansos pecadores?

"Condenamos
la grave orientación de la revolución vietnamita
y el leve alzamiento de la revolución filipina.
Condenamos
la lejanía que advertimos en la revolución sandinista
y el tímido apoyo de los afganos
a los tanques soviéticos.
Condenamos
el marasmo en que camina la revolución en Polinesia,
y la interpretación vaticana a la furia del italiano.
Condenamos
la pésima interpretación de los comandantes búlgaros
y la casa de caracol donde duermen
los comandantes albanos.
No hay duda que la doctrina jamás será superada,
así, que también condenamos
el enfriamiento de la pasión
en los camaradas moscovitas
y el calentamiento prematuro
de las Panteras Negras en Louisiana..."

Con la abuela, llegaba el fin de la revolución.
Siempre me atrapaba trasnochando,
cambiaba el dial y me reprendía.
Con tres padres nuestros olvidaba,
según ella,
el evangelio prohibido
que ya se filtraba en mis sueños.