viernes, 21 de julio de 2006
Hasta nuevo aviso
Me encuentro en estos momentos sumergida en las páginas de Eduardo Galeano, e insuflada por el espíritu gris y aplastado y bonachón y envidioso de Montevideo, donde he estado hace pocos días. Montevideo, una ciudad abandonada a los minimalismos inmensos, donde la melancolía es más transparente que la melancolía retórica de Buenos Aires. Decía que leía a Eduardo Galeano para poder decir otra cosa. Que no puedo hacer muchas cosas a la vez, como cualquier mujer (otro síntoma más de mis condiciones andróginas). O leo. O hago un blog. O viajo (que es, para mí, lo mismo que leer -pero mejor- y lo mismo que escribir -pero mejor-). Lo ideal sería escribir sobre lo que leyó tu mente durante el viaje. Cambiando de tema, ¿Pueden creer en la casi inexistencia de revistas culturales en la ciudad? Uno le pregunta al quioskero de la 18 de Julio por alguna, y te recomienda revistas políticas (Caras y Caretas, Rumbo Sur, Brecha). ¿Será que ellos responden a una cultura de la política, como Galeano? Montevideo es muy triste. Por ser tan triste es que voy a volver.
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