martes, 15 de diciembre de 2009

EL GOLPE DEMOCRÁTICO EN CHILE

EL GOLPE DEMOCRÁTICO. …la Derecha con aviones civiles

Santiago de Chile, 14 de diciembre de 2009.

EL GOLPE DEMOCRÁTICO.

la Derecha con aviones civiles

Carta a mis amigos y amigas del resto de Latinoamérica tratando de explicar lo que, según yo, pasa en Chile ahora que la Derecha podría estar más cerca que nunca de gobernarnos.

El país es raro partamos por eso. Geográfica y políticamente trágico, aclaremos. Ahora bien, que Chile esté a un paso de ponerse a remar en el sentido contrario al de la tendencia latinoamericana es, básicamente, responsabilidad del desgaste y pérdida de eje del conglomerado oficialista. Lo complicado es que son precisamente estos partidos en Concertación los que, paradójicamente, hoy tiene en segunda vuelta al candidato que podría impedir este brusco giro a la derecha. En este escenario, repleto de tensiones y contradicciones, los no tan pocos electores, que estamos al lado Izquierdo de la oposición, quedamos, una vez más, con la sensación de estar “secuestrados”, obligados a tapar con nuestros cuerpos la herida que abrieron otros. Esto nos ha pasado una y otra vez en las segundas vueltas. Nuestro voto por Lagos fue, en realidad, un voto contra Lavín. Nuestro voto por Bachelet fue un voto contra Piñera y bien podría creerse que hoy el esquema se repetirá, sin embargo, la complejidad es mayor esta vez. Como habrán leído por ahí, irrumpió una tercera fuerza. Un diputado socialista intentó establecer una competencia interna con Frei para representar a La Concertación (coalición gobernante desde 1990), pero las cúpulas se lo impidieron -sin imaginarse el alto efecto que tendría esta cerrada de puertas y posterior expulsión- así que partió solito el candidato y saltó de un discurso de refundación de La Concertación al de la fundación de un nuevo referente bajo el concepto del “Progresismo”. La despenalización del aborto, la democratización de la píldora del día después, una nueva Constitución, la deslucrización de la Educación, las uniones homosexuales, el acercamiento a una solución del enclaustramiento de Bolivia, fueron temas que Marco Enríquez-Ominami (MEO) puso, en principio, sobre la mesa y que entusiasmaron a electores como yo que, aunque sin sentirnos cómodos, vimos en él una posibilidad de crecimiento de la Izquierda desde una discursividad que abría paso a una nueva posibilidad de Chile. La candidatura comenzó a crecer, tanto que pudo amenazar el paso de Frei a segunda vuelta, tanto que el “comando” del díscolo se dio cuenta que un proyecto tan nítido no dejaba a entrar a alguna gente y, ya con el apetito abierto, decidieron ir borroneando la agenda progresista y prefirieron hablar más de “progresismo” que de las medidas concretas con que se desarrollaría este concepto. Así el mismo candidato que al principio convocó hablando de la despenalización del aborto, terminó citando a Juan Pablo II para captar más votos. Estrategia electoral o no, yo no estuve dispuesto a participar de eso y salí arrancando a lugar donde he votado siempre: el PC y sus aliados. Volví y ahí me entusiasmé con Arrate, llamé a amigos, participé de reuniones, hasta que finalmente, partí con el poeta Diego Ramírez, emocionados ante la lucidez y la dignidad de la candidatura, a poner el hombro y el lápiz porque –y confirmado con la cita al cura polaco- era evidente la necesidad de participar en la construcción de una alternativa verdaderamente rebelde. Claro, Arrate, era otro ex Concertación y no cualquiera… pero eso no me complicaba en la medida que aquí parecía estar el acento en el proceso de construcción de Alternativa por sobre quién representaba, en una determinada elección, a esa alternativa.

Los números muertos y los números vivos.

En síntesis Arrate, sacó un 6%, lo que parece poco, pero que constituye la más alta votación presidencial que ha sacado la Izquierda extraconcertacionista desde la vuelta a la Democracia y de pasadita volvimos a tener representación parlamentaria del Partido Comunista, lo que no pasaba desde el Gobierno de Allende. Enríquez-Ominami, por su parte no logró vencer al poco convincente Eduardo Frei y no estará en la papeleta de segunda vuelta, pero sí logro una altísima votación, 20% (a sólo 9 puntos del candidato oficialista).

Entonces, imagino que ustedes ya habrán sacado sus cuentas, y no entenderán nuestra preocupación ante la derecha. Frei, Arrate y MEO, suman más del 50% así que las posibilidades de tener un gabinete con pinochetistas son nulas, pensarán. Pero como ya dije, este escenario es más complejo. Los votos de Arrate, citando al candidato, ya no son un cheque en blanco y obligarán a Frei a hacer una serie de concesiones que podrían implicar incluso la superación definitiva de la Constitución que nos dejó la Dictadura Militar, de no ocurrir esto Frei se estaría suicidando, pues la favorable posición de Piñera, el hombre de la derecha, no permite que el oficialismo se confíe de un: los comunistas en segunda vuelta votarán, como siempre, por nosotros.

El Voto Nudo

Pero el nudo de este asunto está en MEO, el hijo de un guerrillero asesinado, el esposo de la animadora de un Reality Show (señalo estos datos porque dibujan la complejidad identitaria del personaje en cuestión). Si Arrate y Frei sólo sumarían el 36%, se necesitan los votos de Enríquez-Ominami para vencer a la Derecha, por ende, Frei debe incluir demandas de esos votantes en su candidatura para así actuar como un depositario y síntesis de las tres candidaturas (lo que de seguro, como democratacistiano que es, no lo hará feliz, pero que no le quedará otra…). El problema está entonces en que la “apertura” de Marco permitió que convivieran en su 20%, gente del mundo de la izquierda, expinochetistas, pobladores, aristócratas, escritores sin militancia, liberales de derecha, actores de telesieres y empresarios a helicóptero, entonces, así como hay un gran número de meoistas que votarán por Frei en enero, hay un gran componente del votante de Marco que preferirá a Piñera en segunda vuelta; y otro grupo, que haciéndose cargo de la génesis del movimiento (la expulsión de MEO de la Concertación) optaría por votar nulo antes que votar por Frei.

Del Golpe Militar al Golpe Democrático.

Hasta acá he relatado hechos, intentado desapegarme lo más posible, para intentar, amigos y amigas, que logren entender por qué esta elección que estamos teniendo en Chile es tan particular con respecto a las anteriores. Ahora bien qué me pasa a mí con todo esto, como son mis amigos puede que les interese. Bueno, creo que lo peor que le puede pasar a Chile es que la Derecha concentré el Poder Económico, mediático y político. Creo que estamos en riesgo de sufrir un “Golpe Democrático” que no todos están sopesando en su real dimensión. Si mi amigo Héctor Hernández, meoista que probablemente no apoyará a Frei (ni a Piñera) en segunda vuelta, tiene razón en su teoría de que en Chile se despliega y profundiza una “Hiperdictadura”, la llegada de Piñera al poder uniría esa serie de pequeños quistes fascistas a una enfermedad general y de ahí yo veo muy difícil salir.

Por otro lado, me parece que en la Izquierda y en el meoismo nadie quiere apoyar a Frei sonriendo. Muchos no olvidamos que es un democratacristiano y sabemos que la tradición democrática de ese partido en Chile es menos que deficitaria. Por lo tanto, la salida está en cómo, los que no votamos ni por Piñera ni Frei en primera vuelta, obligamos a este último a dar cabida en su programa a nuestra idea de Chile, y esto para mí tiene una dimensión muy concreta y que parte por el cambio de la Constitución heredada de la Dictadura y groseramente reafirmada por Lagos tras un maquillaje. Ahora bien, si hay quienes creen que sus proyectos pueden circular mejor desde la candidatura de Piñera, pues quiere decir dos cosas: o que de frentón son de Derecha y fueron sólo a pasear a la candidatura del diputado socialista; o que su proyecto político se reduce a querer ver caras nuevas independiente de los cerebros que hayan atrás de esas caritas (…ejemplo de esto es el economista de MEO, Paul Fontaine, que hoy ya se integraba al comando de Piñera)

El futuro de los que no estarán en el voto.

Ahora claro, queridos amigos y amigas que miran, desde nuestros países vecinos, este lío que tenemos nosotros por acá, ustedes, me imagino, también habrán escuchado que la presidenta Bachelet termina el periodo con una aprobación cercana al 80% y no podrán entender por qué Frei, el candidato de la presidenta, no alcanza siquiera la mitad de ese porcentaje. Tan gravitante es Michelle Bachelet hoy en Chile que Piñera tuvo que mandar guiños de simpatía y los otros tres candidatos la volvieron un capital de campaña. Frei con la legitimidad de ser el candidato oficialista y estar apoyado explícitamente por la presidenta, Arrate como forma de tentar a la izquierda de La Concertación y Enríquez-Ominami proclamándose como “el verdadero” continuador de la obra de esta presidenta. Sin duda, Frei y MEO agarraron su tajada del bacheletismo (Arrate, con menos “suerte” sólo obtuvo poco más del voto histórico de la izquierda postdicatura). Entonces mi mente se lanza cuatro años más adelante, considerando que MEO ya lanzó su candidatura para el 2014 y que todo indica que Bachelet se impondrá naturalmente como candidata, entonces cabe preguntarse qué pasa ahí con el 20% del meoismo cuando no pueda ser el continuador de su rival. Esto podría tener una respuesta arrasardora. Pero quizás podremos obviarla ya que lo más probable es que este problema se vuelva “menor”, ya que de ganar Piñera el 17 de enero y así la UDI contar con la maquinaria gubernamental para seguir creciendo en los “estratos populares”, en el 2014, difícilmente nos salvaremos del presidente Longueira.

Posdata.

Como nunca he sido Bacheletista, y después de haberme roto cabeza y corazón en estas elecciones, creo que hay que insistir en construir una alternativa en directa oposición a la Derecha y diferente de la Concertación y que esa diferencia vaya más allá de desmarcarse de la cúpulas sino que se diferencie a través de un programa que busque modificar radicalmente la estructura desigual de Chile y que se acompañe del fortalecimiento de las organizaciones de base y el desarrollo de cultura crítica. Estoy dispuesto y sé, que muchas personas lo están, a trabajar en esa fuerza, pero creo también que si gana la Derecha todos retrocedemos en la construcción de una sociedad más de izquierda o más progresista, como cada quien prefiera llamarle.

Saludos por allá,

Pablo Paredes M

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