sería bueno tener o clavar o gastar un silencio verdeazul
un planetoide de ira entre tanta máscara perdidosa
sin que sea –les decía yo– un manojo de instantes de
contemplación excusa de para por mientras la melancolía
supieron sabrían ellas entender
son algo son un caso no tienen nada que ver con mi cabeza
ninguna sensación hay no logo no tufillos de dolor demasiado
actuado en mi lugar
quise convencer a la linfática mirada
de gustar gastar un abismo rojinegro
algo realmente feo en cuadro de tal magia technicolor
imprimir incertezas en torrecita de huesos varios
quise decir que estén alertas y sin embargo
hay otra sirena en mí, un aullido sangrante, un
volumen aturdido en el volumen de Joyce y de los días
sucedió justo el otro día cuando el día el tiempo eternidad
el instante innombrado se puso gris y frío
en una partida de poker en un planeta que podría ser
mente
que podría ser impunemente o no
cómo imaginar –decía yo– que hay un abismo aquí en esta
pared que encierra tripas y pesadillas
no hubo eso está claro no hubo ni habrá respuesta
para las preguntas que hice el otro día
¿silencio? ¿agujero? ¿abismo? ¿mente?
no sabemos de qué estás hablando soñaron mis entrañas
aquí sólo hay un continuo revolver y un continuum y un revólver
aquí gira y estalla y es una decepción la conciencia realmente
tuve que darles la razón una razón verdeazul
algo de comer de mí tuve que darles
y algo como gatitos muertos o viejos que se quedan sin aire
para que entendieran ellas absurdas de una vez por todas
fueron días fueron fueron fueron fueron
morires como abismos en un revolver de tripas
pero no brotaba no la ira fácil como un cuchillo
no había para un inventario de confesiones limpias no había
ni botón de muestra
sería bueno sí tener un abismo como un silencio
algo feo que no sea de una fealdad
literaria una pila de huesos desparramados
con la carne prendida con las venas con el pecho
latiendo todavía una buena o estúpida razón
Sebastián Lalaurette tiene 34 años, es escritor y periodista y puede sacudir los ojos a alta velocidad. De día trabaja como redactor en el diario La Nación; jurados confundidos han premiado algunos de los cuentos y poemas que escribe por las noches, incluso al punto de que un par de ellos han sido impresos en libros de verdad. Edita Sismo Trapisonda, la revista literaria más rara del mundo (http://www.sismotrapisonda.com.ar/), y mantiene el blog El Emporio del Espejo Deformante (www.lalaurette.com.ar/emporio). Vive en un octavo piso en La Plata, donde dicta el taller literario "Sangría Francesa" (www.lalaurette.com.ar/taller). Les tiene miedo a las alturas.
5 comentarios:
Que buen escrito.
Como dos abismos,
de los ojos tan maltratados por la voz, engañados por su conspiración
de no compartir el andar en bolas, en piel de tierra
Abrazo
El abismo es como un agujero negro.
Qué bueno que lo hayas disfrutado.
ya, se ve que no tiene ideas pero sí incontinencia verbal. Lo malo es que la hipnotize a usted. Poeta sin poesia, sin nada para decir,espero que ya se haya dado cuenta de eso.
Qué estúpido su comentario. A mi no me hipnotiza nadie. Sus apreciaciones sobre la poesía de Lalaurette las respeto, pero van acompañadas de ninguna justificación. Espero que se haya dado cuenta de eso.
Muy buena sale de lo convencional , me gusto mucho.Mariana
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