Estas son luces de la constelación del sordomudoniño
Las luces de la constelación del sordomudoniño aparecen de repente en la mitad de la noche. Resplandecen sus distancias con los colores de su venganza, y parecieran estar vivos esos cadáveres deslumbrantes en el espectro que hay entre el sonido y el fulgor.
Entre estas luces, que celebro porque encienden y queman, hay haces, también de luz, que conforman esta imagen en el firmamento nacional.
Son estas luces de esta constelación que irradian la imagen de un niño con la estrella más brillante en la mano.
La noche de los sueños
Hace algunas noches, cuando estaba muerto, me hablaron de todas estas cosas, incluso del Irradiador. Pero no pude entender los secretos de este conocimiento.
Una noche cualquiera incliné la cabeza y miré al cielo. Me produjo gran emoción. No recuerdo, ahora, si había o no estrellas, pero desde ahí en adelante supe que mi destino terminaba justamente allí.
Ese cielo que miré casi por casualidad me transmitió no sé qué secreto pacto y no sé qué secreta revelación.
Era la noche de los sueños, eso me lo vino a decir cuando yo ya escribía el sordomudoniño, quien se me apareció también así como de la nada.
Todo esto, de manera fundamental, es el inicio de mi escritura, pese a que esas estrellas el primer nombre que les di fue manchas de luz y a esa primera noche, “la noche de los sueños”.
Un sueño ha soñado
Los sueños, como los poemas, también pueden soñar. Eso me lo dijo el sordomudoniño, en una fría noche de sur.
Los sueños tienen el derecho de soñar.
La posibilidad de soñar a uno le permite poder escribir. Ese es un secreto muy mal guardado.
Es por eso que los sueños se han ido a soñar.
Y por eso además que todo sueño es a la vez un poema.
El peldaño que da inicio a la Escalera
Se puede construir el primer peldaño de la Escalera, pero no un peldaño con letras para salirse de la propia historia, sino que el primer peldaño para acercarse al estrellado cielo.
Escribir una revelación, de tal modo que todos los que quieran subir sepan cómo construir la Escalera.
[Las Tres Marías me hacen callar]
Ese sordomudoniño, no me cabe duda, fue el primero en hallar la Escalera y subir, sin llegar, hago la salvedad, a la irresistible idea de la resurrección de los opuestos.
Esa Escalera existe. Esa Escalera está esperándote, a mí también, a varios. Está esperando a los veintisiete muchachos desnudos que están en la Luna.
Hay que observar la constelación del sordomudoniño, cualquier noche de estas antes que el amanecer se lo lleve lejos y te mire desde la muerte.
(Es ahí donde está el secreto de la Escalera)
2 comentarios:
Interesante poética. De alguna manera también busco ese firmamento.
Saludos...
¿Ese es el dios al que debemos adorar?
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