jueves, 24 de abril de 2008

para comerme la tiza con esta sonrisa tuve que sostener mis ojos. y sólo entonces, los cazadores de la madrugada, se abatieron sobre un campo de mariposas. y sólo entonces, ellas, sometidas al humo de los arcabuces, inaladas, acabaron por una buena causa en el mismo instante en el que hubieran nacido los capullos

3 comentarios:

Livio dijo...

Un hallazgo lo de inaladas,che.

Amalia Gieschen dijo...

Merci don Tito

Dylan Forrester dijo...

Bella poética. Todo un capullito de palabras...

Saludos :D