jueves, 21 de junio de 2007
Ojos bien abiertos
Sobre Los Países Muertos, de Raúl Zurita
La historia de este poemario “Los países muertos” (Ediciones Tácitas, 2006) , no empezó con un olvido. Por el contrario, es el pasado el que vuelve, el que abre los ojos, el que permite la libertad y la continuidad del amor en medio de un desierto nacional “antipoético”. Abre el camino al reencuentro con la identidad de quien canta a lo desaparecido -por muerto-. “Es un libro límite que indaga en zonas que no se han tocado”, asegura el autor Raúl Zurita (Valparaíso, Chile, 1951). De hecho, esta obra piensa ser parte de otra llamado “Zurita”. Una obra hecha a imagen y semejanza de sí.
Sí. Y a imagen y semejanza latinoamericana, desde la imponente geografía chilena. En los acantilados de Chile que dan al Pacífico, ahí es donde van derrumbándose los países de la región, hasta caer en las amurallas olas de la desdicha que se cierran conformando un gran nicherío amuchado que dibujará. “Sí, sí, miles de cruces llenaban hasta el fin el campo”. “Pero en el corazón/ninguna cruz falta//Mi corazón es el país más devastado”. Este reconocimiento de la historia propia en la historia del pueblo se va deshilvanando en tres partes. “Los países muertos” relata la muerte generacional y pasa factura con nombre y apellido a poetas e intelectuales, de manera histriónica, homenajeando a coterráneos como Bolaño. Ese detalle ha generado una polémica fijada no en la obra per se, sino en sus “agravantes versos a quemarropa”, como escribió Cristián Warnken para El Mercurio. La segunda parte, “Canto a su amor desaparecido (1984)” -obra maestra del poeta- pasa factura a la política y va detallando el sufrimiento de cada uno de los países latinoamericanos. “El nuevo estrecho” pasa factura a la falta de amor, una vez que las amuralladas olas se abrieron hasta permitir reflotaran que los pedazos cenicientos y muertos de seres y de países. Muñones que se rozan como si vivieran, como si desearan. Como si, parecido al que blande para los argentinos un Leónidas Lamborghini exiliado. (“Todos buscan a todos y todos se/ encaman con todos/ pero nadie se toca con nadie”). Los poemas de “El nuevo estrecho” utilizan como musa una foto obscena acorde con la era expresada.
Además, la obra completa otorga la seguridad de que el amor salva, haciendo que “casi” amanezca, circularmente -me recuerda a Juan José Saer-. (“Nací bajo Pinochet y viví bajo Pinochet/morí bajo Pinochet.// Pero te quería yo / tanto que hasta no me parecía tan malo”). Zurita declaró en una entrevista: “la dictadura me salvó la vida”. Será porque le abrió los ojos.
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