sábado, 13 de diciembre de 2014

LA PESADILLA

Dos perros inmensos estaban sentados cerca de la puerta. Tenían los ojos desorbitados, estaban vigilantes y en alerta. No dejaban de mirar por debajo de la puerta. Parecía que esperaban algo. Si se sentían pasos del otro lado, gruñían. El humo de la pasta base invadía el lugar. Mi corazón a punto de explotar me repetía que uno de los canes me mordería en la cara. Estaba petrificado en una silla. Algunas moscas daban vueltas alrededor del único foco de luz. “Están tan duras como los perros”, me decía para mis adentros. A los costados de la habitación sin baño, varias botellas con orines. El afuera era peligroso y si abandonabas el lugar tenías que dejar todo adentro. En la mesita llena de cigarrillos, fósforos y tabaco desparramado nos esperaban demasiados ketes de pasta. “Quedan pocos tragos de anís, seguro que van a querer mandarme a comprar a mí y no creo que pueda salir”, pensaba. Se sentía con fuerza el sonido de las olas de la mar brava.    Ir al Callao no era para cualquiera. Mucho menos meterse en esa barriada. Éramos cuatro almas en pena que lo único que hacíamos era armar y fumar dentro de esa sucia casilla de chapa y madera. Nadie hablaba. Ellos, a veces, jugaban a las cartas. Y yo no sé jugar eso. Los perros me atacarían. Y, afuera, me esperaban los otros fantasmas para dejarme desnudo.    Y, de remate, la policía me molería a palos. Luego me titarían en una sucia celda. Por momentos deseaba que termine esa pesadilla, pero el sabor de ese humo era más fuerte que yo.


Jorge Luis Bretoneche Fernández nació en Lima, Perú, el 19 de octubre de 1961. Licenciado en Amor a la Vida, eligió Argentina como su lugar en el mundo.

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