miércoles, 5 de marzo de 2014

DANZAR LA PROSA, de mi pana Rafael Toriz



La prosa se precipita hacia su propia destrucción


Michel Tournier



Hablar de la presencia es hablar de la voz: puro espectro que puebla con su ausencia. Ensayar, transcurrir discurriendo, es el arte del diálogo, la calidez de la plática. El ensayo verdadero –lo supo Platón– es una escritura a medio camino entre el teatro y la filosofía: un lugar para fantasmas.
Es la conversación la forma líquida del ensayo.
El ensayo es también el fuego, luz devoradora que expande y multiplica, con palabras como ideas, las cenizas del lenguaje.
Y por eso es un arte mayor, porque al igual que la prosa profunda sabe que no durará: el ensayo –en esencia– sólo existe y permanece en su actualización, el instante del latido y el parpadeo.
Todo ensayo, para serlo, es la sólida expresión de un pensamiento finito, sincopada luciérnaga en el campo de la noche.
Todo ensayo decoroso no aspira sino a su propia destrucción: una consciencia que colapsa en su reflejo.
Es preciso remarcarlo: la prosa tiene un origen humilde, mundano, prosaico; es pura experimentación, tanteo, levedad y sugerencia; nace en la soledad del hombre que se interroga en monólogo silente.
La poesía, por el contrario, cuenta con padrinos celestes, dioses y diablos guardianes que custodian su legado y aseguran la permanencia: Mnemosyne aguarda entre la rima y el verso, en la música de la palabra que marca su huella y sedimento.
El ensayo asume su condición pasajera: ruta de tránsito entre el pensamiento y lo pensado (escribir ensayo es tender puentes entre el pantano y la ribera).
Se escribe ensayo desde el margen, en las orillas que se presienten pero se desconocen.
Se escribe ensayo porque la vida es cuestión de gusto y vulgar la circunstancia.
Pero sobre todo, se escribe ensayo para incendiar la angustia y porque es lo único que (me) queda cuando ya te has ido.

Rafael Toriz (Xalapa, 1983) es ensayista y narrador. Obtuvo el Premio Nacional de Ensayo Carlos Fuentes en 2004. Ha sido becario de la Fundación para las Letras Mexicanas (2003-2004) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (2006-2007). Ha publicado el bestiario Animalia (Universidad de Guanajuato, 2008) con litografías de Édgar Cano. Vivió unos meses en Buenos Aires, dejando una huella imborrable entre sus amigos, artistas argentinos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

percibo demasiada diferencia entre un egoísta y un soberbio como para ponerlos en el mismo caso. El egoísmo es casi la forma de ser del individuo actual, el soberbio en cambio es más raro, y más pernicioso...

Amalia Gieschen dijo...

me interesa mas conocer al respecto de esos conceptos.
pero aclaremos que no tiene q ver con el post de mi amigo rafa, sino con mi nick de facebook. gracias lu

Anónimo dijo...

Busco muslo blanco en la penumbra, conchas marinas, olorcito, en mi nariz/busco muslo blanco perdido en mis ojitos/busco muslo blanco, narizita de menange/muslo blanco de mujer

Amalia Gieschen dijo...

buscate una gringa!
o lee el texto de rafa che