viernes, 31 de octubre de 2008

Songs of faith and devotion (II)




+ Nos hemos ido apropiando de toda la energía que despierta nuestra poesía, hasta de la negativa para intentar convertirlo todo en un horizonte más extraño.
+ La teoría de los agujeros blancos los predicen como idénticos a la poesía, porque su existencia no puede comprobarse y porque sólo existen como metáforas exactas de lo que no vemos y que apenas presentimos como temblor interno y transparente, algo que excede cualquier materialidad.
+ Los científicos han descubierto un agujero negro con un diámetro del tamaño de una pequeña ciudad, 23 kilómetros, quizás la distancia que en total recorrimos durante nuestras caminatas en aquella semana en Santiago de Chile.
+ Pablo Paredes elabora una dimensión paralela, nos integra al sueño de su noche anterior. Mientras coordina una lectura en la Universidad Diego Portales y hace de maestro de ceremonias, nos va contando que recién se había soñado como el conductor del Festival de Viña del Mar. A mí cabeza llega de inmediato aquel otro conductor chileno, Don Francisco, por obvia culpa de la dinámica arquetípica en mi corteza cerebral después de tantas tardes mirando con pavor al Chacal de la Trompeta. Visiblemente conmocionado, Pablo nos cuenta de nuevo que la noche anterior soñó que era el conductor del Festival de Viña del Mar. Reímos. Luego agregó que cantaba yo, Alan, en dicha gala. Reímos más.
+ Yo no sé cantar, sólo pude hacerlo una vez, durante ese sueño…
+ En este momento, cuando la web se ha ido convirtiendo en un campo de batallas simbólicas, que van desde el aparecimiento de pequeñas pero horribles guerras nacionalistas manufacturadas a través de comentarios en sitios web deportivos o de música, hasta las innumerables agresiones de los anónimos en blogs por aquí y por allá (que en realidad no son anónimas, pues tienen un verdadero nombre conocido como IP y en dicha cifra se representa la sombra de su deseo); en este periodo de relaciones líquidas es donde se vuelve todavía más importante un territorio (aunque móvil e inestable) para el encuentro personal, para poder escuchar la materialización del texto emanado de la imaginería bailable y sígnica de un Diego Ramírez, o de una Nurit Kaztelán y su mano azteca desapareciendo de la vista como una literatura oral, o el papel arroz dictando versos como órganos del poeta Rafael García Godos Salazar, quizás todos ellos en reflejo de un alma colectiva siempre incendiada. En estos momentos es cuando entrar en contacto con otros seres humanos ha sido el gran triunfo de nuestros encuentros de poesía, más allá de lo que irá fructificando en materia editorial o en la proyectiva de los diversos sueños ahí articulados.
+ Geografía latina: el poeta panameño Javier Alvarado recorrió Chile para conocer a Nicanor Parra y Gonzalo Rojas, acompañado de la buena estrella de Estrella del Valle. Me cuenta que el antipoeta no permite que le tomen fotografías, cosa que termina de acabar con aquella ficción que manteníamos de ser sus amigos vía Facebook. Gonzalo Rojas, en cambio, no teme ninguna captura de su alma y se dejó flashear. Me decía Javier que Rojas también les habló del día en que







conoció a cierto hombre gordo, muy borracho en casa de Pablo Neruda… tenía tan mal aspecto dicho señor, que al juvenil Gonzalo no le quedó más que preguntarle al enorme cóndor de la poesía chilena que ¿quién era ese tipo?… Y Neruda respondió, según dice Javier que dijo Rojas: “ese hombre que ves ahí es nada más y nada menos que Miguel Ángel Asturias, que anda con mal de amores”…
+ Un poco de Felipink y su cajita de vino (letra del conductor del Festival de Viña del Mar)


+ El hambre poética hizo que Ericson Pires se comiera una flor frente a todos. El otro carioca, Pedro Rocha, leyó con la grabación en tiempo real de un poema de Luis Felipe Fabre como ruido de fondo, sorprendiendo al antiranchero más afilado de la poesía mexicana. Y más carnaval: Ana Rüsche y su tiburón de río llamado Li Po, atemorizando a los poetas. Sueño (bautizado así por la dulcísima Valeria Meiller) es un mono chileno-made-in-China que terminó de gran amigo del Lou Reed de los trópicos. El coatí, pícaro viajero, terminó exiliado de la hipedictadura de la alegría y bautizado (por Nuria) como Totõ, que sonoramente parece nombre de perro italiano o algo parecido.
+ Cambiar la vida... ¡de los peluches! (M.A.B)


+ Y la performance de Amalia Gieschen nos puso a pensar en el miedo, la transformación y las formas dolorosas contenidas en los actos no consumados.

Imágenes: María Alzira Brum (libertad), Estrella del Valle, Ana Rüsche
¡SE VIENE LA TERCERA! ¡GRACIAS ALAN!

1 comentario:

valeria meiller dijo...

bello, alán, bello. también la nostalgia.