“Si te encendiste en las fauces de un
perro labrador
Mostrá la cola, diablita”, dijo y
pareció no asustarme.
Las emociones se secretaban mientras
se segregaban desde las glándulas que nos hacen sentirnos vivos, menos en estos
casos extremados de autodestrucción en donde las glándulas segregan emociones
que son secretos, en donde las glándulas segregan secretos, para ser más
exactos... cnidocitos que se inyectaban a sí mismos la
medicina urticante hasta morir agujereados (es la única opción a morir mordidos por los
perros labradores).
Hay algo que algunos deberían saber,
como que la Medusa se tornaba agua viva cuando sus latidos se mecían, agua en
el agua. Como el polvo (polvo en el polvo, polvo de polvos y del polvo al polvo
también). De más está decir que eran ellos los que se quedaban duros,
extasiados ante su propio reflejo, el más ansiado, no podía creer ver su propia
imagen multiplicada de perros labradores que los miraban horrorizados desde mis
ojos infinitas cabezas de Medusa.
Debería avergonzarnos la gravitud del
estandarte,
como Jesucristo al
acarrear la propia cruz donde murió.
La cruz deja un vacío
existencial
después del calor
sofocante.
Mientras las heridas continuamente
abiertas no solo ardían:
se asaban en el sol como
chinchulines,
hedían a hambre.
Yo imagino que
Jesucristo es un poco hippie ahora
y que de valiente no le
faltó nada
pues él decidió soportar
su muerte
para no morir
para no traicionar sus
principios.
Como aquel pibe del ERP,
¿te acordás compañero?
Lo mataron, lo quemaron
por dentro con picana,
hasta sacarle el alma
del cuerpo, que no cambiaba de parecer porque no quería.
Lo más poderoso les
parecía destruirlo.
PERO (¡sí, a vos, pero!)
no es fácil de destruir una experiencia
que demuestra ciertos signos
de abuso y poder.
El pueblo se lastima
perdiendo un miembro de su comunidad.
Después, no puede
olvidar.
Yo sé que ésto puede no
parecer un poema.
Siempre hablo con
cacofonía para molestar.
Siempre denuesto un
lenguaje que no sé cómo es;
pero me gusta y no se
aparece aquí.
A veces me quiero
autrodestruir;
otras aguanto
otras trato de hacer
algo más.
Me siento una poeta de
los noventa,
metida dentro de un
buzón;
detesto escribir así
No sé qué haré con tanta
y esta confesión,
ni contigo
poema.
(A mis lectores: de a poquito estoy formando una unidad de todos mis poemas, para verlos en libro... pero eso no será pronto, pero el camino se sigue por ahí)
1 comentario:
Escribes un poema que te escribe. Espero el libro por aquí.
Besos ;-)
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