En esta noche que aún no
existe
(acaso vaya
a suceder mañana)
desde
el callejón malamente
iluminado
por
una única
jadeante
intranquila luz
desde un hueco del tiempo
tapizado
de truenos
avanzan uno a
uno
lerdos distrayéndose
por cualquier bobada
parecidos a
párvulos:
tus muertos.
Créense, tus muertitos,
tan vivientes
¿Cómo avisarles
del error?
Tía Teresa, anciana, enciende
dorado velador de opalina,
radio vecina esparce su
espectral teatro del aire y
Madre niña empeñada en bordar
aquella erguida, alerta garza
en
punto cruz.
“Jorge, pequeño,
alcanzále su guiso
al mendigo
que hace su buen rato araña
la puerta”
Y estará al caer, con la
balanza
que llamabas “romana”
el turco, gran visir de
vidrios y
botellas.
Y Padre aún no regresó de ese
enigma:
la “oficina”
Vuelven a la carrera Maya,
Selva,
compañeras
15 años abrazándote en ideal
en
amor en rojas llamaradas en
el ejército del Ebro que
una tarde el río cruzó
ay Carmela y ay y
el cantar sube la cuesta
Pero ¿por qué
está de pronto todo
tan silencioso
hoy? ¿Tan
borrosa la consabida
huella?
¿Y nadie te responde?
¿Y todos los mayores
faltaron hoy
a clase, en esta
rara noche que
(quién sabe)
ocurrirá mañana?
*
Jorge Ariel Madrazo nació en Buenos Aires, en 1931. Es poeta,
narrador y traductor. Publicó los libros de poesía "Orden
del día", "La tierrita", "Espejos y
Destierros", "Blues de Muertevida", "Cuerpo
Textual", "Para amar a una deidad" y "De mujer
nacido", entre otros. Recibió el Segundo Premio Municipal
Ciudad de Buenos Aires (1987) y el Premio Fondo Nacional de las Artes
(1998).
1 comentario:
Créense, tus muertitos,
tan vivientes
¿Cómo avisarles del error?
Bonito.
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