martes, 27 de junio de 2006

Galeano-Vargas Llosa en La esfera infinita

Los amigos nicas de La esfera infinita, dan cuenta de algo más que una mera rencilla ideológica entre Galeano y Vargas Llosa, esta vez a partir del ascenso de Evo Morales en Bolivia. Para ver el debate, haz click en el título de este mínimo artículo.

lunes, 26 de junio de 2006

Una rubia

La rubia no come cerezas como Penélope Cruz, ni cruza las piernas a lo Sharon Stone. Sin embargo, pareciera que se moviera sin pudor, con una provocación particular, que esa gotita de aceite deshilachándose en su comisura o que esa leve inclinación de su torso fueran las instantáneas que hubiera plasmado el pincel de Goya si a este pintor no se le hubiese ocurrido nacer en el siglo XIX. Los comensales siguen sus cadencias mientras se atragantan con un pepino o beben de un sopetón medio litro de cerveza negra. Algunos más disimulados; pero otros –la mayoría- ya se la han llevado a las Filipinas para gozar una intensa luna de miel.
Por el contrario, las damas carraspean, aprietan sus pobres pechos o incursionan en carcajadas verdaderamente estrambóticas y miran hacia todos lados menos hacia donde todos miran. El ambiente del lobby se ha vuelto histriónico, y la rubia parece convivir con ello en total armonía. Después de devorar len-ta-men-te su comida, se levanta, balancea su largo pelo dorado y se va, tal como llegó. Esta noche su espectro revivirá acompasado en más de un sueño viril y continuará compitiendo con más de una mujer real.

viernes, 16 de junio de 2006

Fragmento de entrevista lamentablemente inédita de Alan Mills al poeta uruguayo Saúl Ibargoyen

A.M- Después de la lectura de El escriba de pie y de Grito de perro, me queda la sensación de que tu poesía está hecha con una cantidad casi ilimitada de sustancias, pero veo también que tu empeño es claro en lograr mucho más que la simple enumeración. Más bien pareciera que todos los núcleos y migajas (usando ese sentido de reciclación del megapoema) constituyen eso que llamás “(h)entropiones” y establecen un sistema abierto, cargado de vocablos y significantes que hablan entre sí. Así, tu universo poético presenta un espacio donde conviven mugres y energías, perros y sanguijuelas, huesos adelgazados, costras y grasa triturada, sin alterar el alto vuelo lírico. ¿De dónde nace esa ambición totalizante?

S.I- Tal vez nazca de las experiencias iniciales de la infancia, que son la clave escondida de la creatividad poética, clave que -en contradicción aparente- se nutrirá de las adquisiciones de la cultura y de la vida en los años siguientes. Dicha clave será la serpiente que tratará, en un gesto inútil, de morderse la cola. En mi caso, pues, las vivencias de la primera infancia, que se dieron en un ámbito semirrural o suburbano conformado en un zona de terrenos que se dedicaban al cultivo de frutales y viñas. Eran pequeñas propiedades con sus casas, sus divisorias, sus árboles, su tierra oscura y grávida siempre. Había perros de variado pelaje, gatos escurridizos y pájaros: gorriones, cardenales, golondrinas, benteveos. Y gallinas numerosas y ovejas aisladas y vacas de Holanda manchadas de blanco y negro. Mi familia vivía en un chalet afrancesado, y ésa fue mi segunda casa a los pocos días de nacer; yo arribé a este mundo en Montevideo, a unos kilómetros de allí, de ese barrio llamado Manga que la ciudad luego absorbió. Había estación de ferrocarril y los trenes nocturnos traían destellos, humos, pitidos, sonoridades que hacían temblar los campos: eran los dragones que también poblarían mi imaginario de esos años. Por la calle de terracería que daba al frente del chalet, pasaban gitanos vendiendo sus ollas de cobre; tenían fama, no comprobada, de ladrones de infantes. A veces alguno de nuestros canes aparecía muerto, con las tripas destrozadas por sórdidos venenos o vidrio molido. Había naranjas y uvas y manzanas cerca de nuestras manos y de los dientes que aprendían a ser feroces... Es decir, aquel niño respiraba en una especie de inmenso cosmos variable y dinámico, nunca repetido, jamás anodino, limitado por el orden familiar pero asimismo infinito. Ese cosmos se iría reduciendo con los cambios de casa, con el vivir en pensiones, con las carencias materiales, con los hábitos clasemedieros. En cierta ocasión, mi tío Samuel, hermano de mi padre que vivía en Lyon, quiso llevarme con él. Fue mi primer gran viaje imaginario, pues mi madre se opuso a esa propuesta. Eso también ayudó a que mi ánima ratificara su tendencia a la expansión y al caos. Pero la “sed de infinito” de Lautréamont se confirmó en mí, hasta hoy. De todo esto salen, creo, todas esas acumulaciones totalizantes: el feísmo de la realidad, los sonidos discordantes del mundo; la angustia por la ausencia de un dios o frente a la injusticia y la insolencia del poder, vendrían después.

martes, 13 de junio de 2006

II DUELO NARRATIVO

El marte pasado, los retadores "subieron al escenario de Bartolomeo y, ante una pequeña multitid de, como mínimo, treinta personas, hicieron lo suyo" (todo lo entrecomillado será el dixit de los organizadores). Se batieron a duelo. La consigna era El hombre al que le sacan una palabra.
"Funes leyó haciendo gala de su conocida capacidad dramática, respiró, inhaló y exhaló, interpretó personajes y todo eso". Parecía que Romero estaba muerto, que los recursos nada literarios de Funes terminarían por aplastarlo antes del fin. Pero el cuento lo sostuvo a Romero a pesar de sus nervios traicioneros. Coincidencias: ambos leyeron los números de los capítulos. "Nos parece que la lectura en voz alta vuelve inoperante el número del capítulo, que puede ser reemplazado por un silencio significativo, pero si quisiéramos corregir haríamos un taller literario, cuando acá, en los duelos narrativos, no corregimos: hacemos que el bueno gane y el malo pierda. La verdad deportiva de la literatura".
Los espectadores votaron por el "mejor". ¿Qué votaron?
R. Romero: 14- Funes: 13

VISIGODOS

Por Ricardo Romero

1
Funes no era un hombre particularmente desconfiado, así que cuando ella le dijo quién era y de dónde se conocían, él le creyó y la invitó a sentarse en su mesa y, más tarde, a meterse en su cama y en su vida. Pero eso, a pesar de su corazón simple y sin dobleces, no duró mucho. Cuanto más tiempo pasaba con ella, más difícil le resultaba aceptar que fuera la misma mujer de la que había estado enamorado dieciocho años atrás. Se llamaba Dolores, igual que aquella, y era parecida, era casi igual a aquel viejo amor, pero ese casi era una grieta que crecía y se ensanchaba a medida que la relación progresaba. Además de no ser desconfiado, Funes era un hombre juicioso, y por eso le costaba entender que alguien quisiera hacerse pasar por otra persona sólo para estar con él. Tenía ya 50 años que no aparentaba, y si bien vivía con comodidad, sus ingresos como corrector de un diario no eran especialmente tentadores. Nunca le había hecho daño a nadie, y no podía imaginarse que alguien quisiera hacerle daño a él. Pero cada vez que la miraba con atención, algo se demoraba en llegar o llegaba demasiado rápido, algo en su cara que no era el paso de los años, sino tal vez todo lo contrario. PARA SEGUIR LEYENDO CLIKEA AQUÍ

viernes, 9 de junio de 2006

Adaptación de un mail enviado al ruludo de Romero (posteada momentáneamente y en elaboración)

Me pidieron que escriba. Cuesta. El diario íntimo -que es a lo que tiende un blog, si no es a un ensayo de redacción- no puede ser sacado de adentro con tenazas, debe -al menos en mí- permitir libremente descubrir una experiencia física, llenar un vacío y provocarlo. Pero no como curativa psicológica (que es lo que, precisamente, estoy haciendo en este momento), sino, diría Kafka, como "cantera de los relatos". Estoy escribiendo algo sobre Seijun Suzuki, cineasta japonés. Les prometo que en pocos días lo cuelgo. Por ahora, comento que en los dos últimos días devoré dos libros. Ambos de Amélie Nothomb. Una autora que recomiendo. Su biografía es su mejor novela. Lo hace entrever en cada libro. Ha vivido tantas experiencias corporales que es imposible no sentirlas por su variedad y profundidad como una ficción y, esa ficción, como una experiencia corporal. Biografía del hambre, su última "novela", fue mi preferida ante El sabotaje amoroso, pese a que Biografía... es una continuación de El Sabotaje... Jamás encontré a alguien que explicara tan detallada y sublimemente qué es la anorexia para una anoréxica (no se trata de estar flaco, sino de una vivencia mística). Al leerla me sentí estremecida. No por la identificación, no, sino por la envidia.
Por poder expresar con libertad una experiencia tan personal y tan difícil de extraer de sí misma, hecho que califiqué como el más sano del mundo. Escribirla no consistió para ella una descarga. No se centró en la anorexia, sino en la metafísica del hambre, en el hambre de hambre sufrida por una chica -ella misma- que antes de la enfermedad siempre estaba "hambrienta", hambrienta en el sentido de búsqueda, de exigencia ante el mundo, una exigencia que se torna violenta en El Sabotaje... y que su enfermedad le arrebata durante más de dos años. Hablar de sí, a debida distancia, puede permitir la creación de una obra de arte.
Disfrutaba de Amélie y del cine japonés. Pero apareció el parcial de Eslavas amenazante, a dos semanas de distancia temporal. Recién ahora que estaba volviendo a disfrutar de la lectura y, en consecuencia, habían revivido mínima pero crecientemente mis ganas de escribir...
No puedo escribir sin leer.
Si alguien creyera en Dios, le pediría que rece para que mi destino se dirima entre la lectura y la escritura. Por mi parte, sólo cruzo los dedos. No creo en Dios, aunque lo escriba en mayúscula. No, no creo. Si lo escribo con mayúscula es porque me da terror nombrarlo de otra manera. Tiemblo al pensar en la blasfemia tanto como pienso constantemente en la hora de mi muerte, en el terror que sentiré en esos instantes previos al fallecimiento por no saber si no hay nada después, después del último respiro (y haber vivido como si no hubiera siquiera la Nada), si Dios existe y me castigará por mis "pecados", punibles por concientes. Me salvaría del terror si retomara mi fe en la poesía. Entonces, mis errores dejarían de ser concientes y se convertirían en actos de fe. Eso Dios lo tiene que respetar. Espero.

jueves, 8 de junio de 2006

EFECTO MARIPOSA



La vieja leyó que la teoría del caos dice que el aleteo de una mariposa puede causar un tornado en la otra punta del planeta. Lo leyó un día caluroso en el suplemento Boludeces de Clarín. Tanto calor tenía y tan poco le importaba lo escrito, que hundió su pulgar izquierdo en el diario, y comenzó a abanicarse con él. En otro continente lejanísimo poblaciones humildes quedaron sin sus hogares. En tanto que la DED (Delegación de Escritores de Desastres), se puso a redactar notas preciosas y poéticas (más a lo Baudelaire que a lo Bécquer, se sobreentiende), notas que pronto los diarios del mundo compraron, editaron, imprimieron, vendieron, fueron leídas por una vieja un día caluroso y se transformaron en abanicos. Lo curioso de este ciclo es que nunca nadie vio a la poética mariposa.

Lucas Benielli

viernes, 2 de junio de 2006

AGENDA

El Grupo Literario Alejandría, en su 2do. año, presenta el martes 6 de Junio otra Noche de Cuentos. Como siempre, habrá cuatro escritores invitados a leer un cuento (Rolando Revagliatti, Leonardo Saguerela, Ricardo Gonzalez y Juan José Burzi) más el invitado especial: OLIVERIO COEHLO. Al finalizar el encuentro, se sortearán libros y revistas. La cita es a las 20:30 hs. en Bartolomeo (Bartolomé Mitre 1525, Capital Federal). Entrada libre y gratuita. Ver Sitio.

Presentaciones de libros:
Miércoles 7 de junio
Ver editorial
Jueves 8 de junio
A las 19:30 hs. Boutique del Libro - Palermo viejo - Thames 1762. Se presentará Una terraza propia. Nuevas narradoras argentinas. Participan Federico Jeanmarie, Florencia Abbate y las narradoras antologadas

jueves, 1 de junio de 2006

LA JOVEN GUARDIA
NUEVA NARRATIVA ARGENTINA
Editorial Norma


LITERATURA Y DESPUÉS

Durante las décadas pasadas, para ser escritor joven debías –además de escribir- tener entre 35 y 55 años. Al principio de ésta nos comenzamos a quejar unos cuantos literatos, algunos de los cuales venían trabajando hace rato. Tenían cara de francotiradores (es decir, de no subvencionados), pero al margen de la disgregación y la variedad de estilos, algo tenía que unir. Por fin fueron antologados veinte de ellos, de la mano de Maximiliano Tomas en el libro publicado por Editorial Norma, “La Joven Guardia” , (acotación: triste título con reminiscencias milicas).

Si ser joven consistía en tener 50 años durante los noventa, creo yo, es porque esa generación no pudo ser joven cuando transcurrió la década de la dictadura. Recién en democracia pudieron hacerse oír. Frente al peso de esta pesadilla, los escritores nacidos en la década del 70 tuvieron que hacer barullo tras barullo hasta que, finalmente, se les diera bolilla al momento de renovar a una generación joven conservada en naftalina por otra, que esta vez no contaría con el apoyo del mercado editorial.

Aunque hay narradores aquí que parecen imitar a Borges (otros a Arlt, otros a Cortázar y otros a nadie), siento que en ellos la apuesta estética es una apuesta política. Herederos del lenguaje mediático, de la banalidad menemista y de los chocolatines Jack, intentan hacer su propio caminito despegándose de las sombras tan presentes de los escritores antepasados, los del boom latinoamericano y los de la literatura comprometida.

En esta sociedad que vive a destiempo intentando asumir ahora lo que debió asumir antes, quizá lo que más choca de este libro es que para hablar de los “exilios económicos” de los noventa –como dice uno los autores, Juan Terranova, en una crítica al libro Dónde estás con tus ojos celestes, del exiliado Daniel Moyano- necesitan ciertas veces negar a sus padres intelectuales y a sus sombras, sobre las cuales se discute tanto actualmente que no se puede ver el bosque, aún a pesar de que si bien el exilio de hoy se diferencia por ser económico, éste no es más que un terrible derivado de los exilios políticos en los setenta.

Se trata de un choque doloroso que se nota mucho en autores como Washington Cucurto y que deja abierta una posta a los que nacieron en los ochenta, los más nenes. Extranjeros en la Argentina y argentinos en el extranjero son los protagonistas post 2001 que recalan en la mayoría de los cuentos de estos jóvenes que tienen un lenguaje irreverente e intenciones de patear el tablero, burlándose de cualquier hipocresía, buscando una identidad propia en las técnicas tradicionales –seis autores son alumnos del taller de Diego Paszkowski- hablando de los nuevos exilios, los nuevos desencantos y alguna que otra luz de esperanza, más cercana al amor de los hijos que a las revoluciones.


Autores: Florencia Abbate, Gisela Antonuccio, Hernán Arias, Gabriela Bejerman, Oliverio Coelho, Washington Cucurto, Romina Doval, Mariana Enriquez, Federico Falco, Gonzalo Garcés, Diego Grillo Truba, Germán Maggiori, Pedro Mairal, Maximiliano Matayoshi, Alejandro Parisi, Patricio Pron, Samantha Schweblin, Juan Terranova, Pablo Toledo y Gabriel Vommaro